
Aquí vamos sigilosamente acercándonos a la semana 100, con pasos cortos hemos ido avanzando poco a poco pero con mucho acierto.

Sigilo
Una joven pareja trae un hijo al mundo. Se han preparado para todo, tienen cuna, corral, coche, ropa y pañales para un año. Son partidarios de la crianza natural, así que no han comprado fórmulas lácteas. Están felices. Han hecho celebraciones desde el momento de mostrar si sería niña o niño, hasta la fiesta del bebé. El parto excelente.
Llegan a la casa y la madre y suegra se han ofrecido a acompañarles los primeros días. Todo parece marchar en armonía. Hasta ahora la madre no ha dormido mucho y ya comienza a mostrar el cansancio natural por los momentos vividos. El bebé llora y llora, no deja dormir a nadie. “Cólicos”, dice una abuela, “hambre”, vaticina la otra. El padre decide pasearlo en brazos y logra dormirlo, con mucho cuidado lo acuesta y luego lo intentan los demás.
A las dos horas el bebé vuelve a llorar y la madre se levanta a amamantar, así la agarra el nuevo día, sentada, ojerosa y con el bebé en brazos dormido y comiendo. Los días pasan y los padres ahora sin la ayuda han aprendido a adaptarse a las necesidades del bebé, que ya no llora tanto pero se despierta al menor ruido. El pediatra ha recomendado paciencia; el bebé aún está en un proceso de acostumbramiento. La madre lo arrulla, lo coloca pegado a su corazón y logra dormirlo, con sumo cuidado lo coloca en su cuna, tratando de no hacer ruido.
Todo está en silencio, el padre entra al cuarto y ella le hace gestos llevándose un dedo a los labios y él inmediatamente comienza a caminar en puntillas. Así transcurre la vida de esta familia que ha aprendido a vivir en permanente sigilo para que su pequeño amo duerma lo suficiente y quizá con suerte ellos también.
El sigilo trae consigo la obtención de algo que puede ser juzgado como positivo o negativo. El ladrón, el traicioneero, el malvado, quien desea hacer daño, actúa de esa forma para lograr un cometido, que no trae beneficio a nadie, solo perjuicio. Hay premeditación.
También actúa sigilosamente el cazador para obtener su presa, tanto si se trata de un animal cuyo instinto lo lleva a hacerlo de ese modo, pongamos por ejemplo a los felinos, o el humano que ha aprendido a hacerlo por deporte, maldad o necesidad de alimentación.
Agarrar al otro con las "manos en la masa" requiere actuar con extremada cautela. Podríamos considerar aquí que un tipo de adrenalina se libera, hay tensión ante el resultado.
Volviendo a mi introducción, cuando luego de una larga maniobra para que un bebé se quede cómodamente dormido y vamos muy poco a poco retirándonos del lugar a hacer nuestros quehaceres, y al tratar de cerrar la puerta se nos cae lo que llevamos en la mano ocasionando un estruendo o la puerta hace un chirrido que vuelve a despertar al niño es como para...
El #Reto12Votos está diseñado para que todas las personas ganen. Se trata de leer, comentar y votar por otros participantes que harán lo mismo a cambio.
Felicitacions a @aurodivys y @haysed por ser los ganadores de la semana 93.



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