LAS HALLACAS, LO MEJOR DE LA NAVIDAD

En gastronomía navideña, las hallacas es el mejor plato de estas fiestas; acompañada de ensalada de gallina, pernil y pan de jamón nos permiten tener el mejor banquete culinario en cada Navidad. El profesor Rafael Cartay, quien fue director de Cultura de la Universidad de Los Andes, en su libro La hallaca en Venezuela (Fundación Bigott, 2003) señala algunas ideas de las hallacas; tipos de hallacas andinas, maracuyás, angustureñas, orientales, vegetarianas, caraotas, entre otras. Para todos los conocedores de la hallaca, ésta constituye un ejemplo claro de las consecuencias del mestizaje y sus manifestaciones de carácter intercultural; que los venezolanos supieron mantener y enriquecer en el transcurso de los años.


Mi experiencia culinaria con las hallacas, se divide en dos vivencias. La primera son las hallacas llaneras, las elaboradas por mi abuela Abigail. Cuando íbamos a pasar las navidades en Guanare (Estado Portuguesa, Venezuela) ayudábamos a hacer las hallacas; mi abuela empezaba tres días antes de su elaboración; tomar de las propias plantas de topoyos las mejores hojas verdes, ahumarlas con delicadeza y precisión. Nosotros ayudábamos buscando la leña en el patio para el fogón. Con mi abuela ayudamos a picar los ingredientes; luego, ella hacia un guiso con todos los ingredientes incluyendo las carnes, bien picaditos; dicho guiso se cocinaba previamente al estilo de una polenta. La cocina se llenaba de olores mientras se hacia el guiso, pastoso y amarillento. El día de la hechura de las hallacas, se ponían todo alrededor de mi abuela, con su delantal iba tomando todo mientras yo le ayudaba a amarrar cada hallaca, mis manos quedaban impregnada de los olores de la hallaca. En el fogón colocado en el patio se cocinan las hallacas en una olla grande, negra por el uso frecuente del fogón. Llegando la hora de comer las hallacas, al picarla salía el guiso que contenía todos los ingredientes minuciosamente picados cubierto por la masa aromatizada con las hojas de topoyos. Eran unas ricuras las hallacas llaneras de mi abuela.


La otra vivencia de las hallacas eran las de mi papá, elaboradas en Mérida. Esta versión era todo lo contrario, todos los ingredientes que se le colocaban a las hallacas estaban crudos, picados en grandes trozos que incluían carnes, tocitos, garbanzos, alcaparras, aceitunas, pasas, cebollas, pimentones, ají dulce, ajo picado, entre otros. Igualmente, la cocina se llenaba de gratos olores y colores sobre la mesa que papá se colocaban rodeados de dichos ingredientes. Cada hallaca, las amarraba fuertemente; al descuido de mi papá nos comíamos las uvas pasas. Estas hallacas se cocinaban por cinco o más horas en la cocina, ya que vivíamos en un apartamento en Mérida. La cena de nochebuena anhelábamos que llegara rápido por las hallacas andinas, centro de dicha cena; los días sucesivos nuestras comidas eran hallacas andinas hasta la fecha.


Sean las hallacas llaneras o andinas, dábamos certeza del dicho popular, que las mejores hallacas son las de mi mamá…en mi caso, las de mi abuela y de mi papá.


Fotos y Contenidos de mi autoría.
Respaldo el presente artículo con mi asignación


H2
H3
H4
Upload from PC
Video gallery
3 columns
2 columns
1 column
15 Comments