
no habita ningún sosiego,
no procede de la sombra
ni del tiempo:
viajera perdida
giras sin pausa
y echas a llorar,
riendo.
Palabreja
¡ay de ti!
que desguarnecida esperas
subirte al plexo del cielo
cuando éste ejecuta la danza del vientre.
Resbalarás
y caerás
libremente
a través del cisma.
Sólo te resta esperar...