
Si se entretejen los afectos con hilos fuertes, con creciente maestría, el urdido habrá valido la trenza de las horas, de las fuerzas -y toda la trama de luz de tus cabellos y los míos, nunca más desmadejados-.
Ustedes se han hecho un ovillo en mi corazón, madre, hermano, hija, hijos, esposo, en la penumbra elongada y cálida del abrigo que les doy con mis dedos cruzados, con los lazos de mis brazos.