#Reto12Votos - semana 98 - Piropos - Parte II

Dicen por aquí que lo que es bueno para el pavo lo es para la pava. También dicen que segundas partes nunca fueron buenas, pero podría haber alguna excepción.

Voy a seguir redundando sobre el tema del piropo y la intención que lleva de hacer feliz a otro, de hacer reír o de resaltar un atributo o algo de la persona a quien va dirigido.

¿Se han fijado ustedes que las personas tienden a crear etiquetas negativas de los demás a partir de hechos fortuitos? La lengua es rápida para de manera lapidaria crear un calificativo que golpea, agrede y daña.

Eres mala persona, mordaz, terco, testaruda, ignorante, mezquino, vanidosa, desagradable, entre miles, que surgen por cualquier cosa y por nada.

¿Por qué no darle una vuelta a la tortilla y exaltar esas habilidades que sabemos sí tiene esa persona y se la decimos con la misma fuerza con la que proferimos las negativas?

¿Por qué al saludar a una amiga en vez de decirle que está gorda no le alabamos la sonrisa, la mirada, el cabello o simplemente su manera de ser por lo que es nuestra amiga?

El mundo está ávido de caricias, necesitado de piropos. Una lisonja sincera cae bien y anima a la persona. En estos momentos, donde la mayoría está alicaído por la situación, el encontrarse con el trato agradable del otro le llena de fuerza y fe.

Todas las personas tienen muchas cosas que pueden valorarse, y son esas las que se deben exaltar. Sobre todo a los niños suele criticárseles con demasiada frecuencia; se les pide hacer los deberes con las etiquetas de flojo o descuidado; cuando se le revisan los deberes primero se ven los errores ortográficos, la pulcritud, o la caligrafía, pero si vamos con el lente positivo y destacamos lo que sí está en orden y le damos ese halago por la manera como cuida sus útiles, o nos empeñamos en ver primero lo que sí tiene en orden, su deseo de seguir trabajando de manera correcta se va acentuando. Esto lo he comprobado muchas veces.

Interesémonos también en que ellos aprendan a ver la luz que tiene el otro y no sus defectos y a piropear a la hermana, a la tía, a la abuela y a su entorno con fórmulas espontáneas llenas de afecto. El resultado se verá reflejado en ellos y los demás.