Martin Scorsese es uno de los directores de cine más conocidos y reconocidos en la industria por ser la mente maestra detrás de grandes películas como Taxi driver, Raging bull, Gangs of New York, The wolf of wall street, The departed y por si no lo sabían, el video musical de la canción Bad de Michael Jackson. Desde hace mucho tiempo que sus proyectos son esperados por el público y la crítica porque Scorsese es sinónimo de excelente trabajo. Sin embargo, sus últimos dos proyectos no han sido exitosos, ni mucho menos.
Una de las cosas que sorprendió a muchos en la pasada entrega de los premios Oscars fue que The irishman, la ultima película de Scorsese, fue ninguneada, según los expertos debido a ser una película de Netflix, plataforma que parece no contar con el agrado de la academia. Pero hace tres años, otra gran película del Director fue poco taquillera y poco premiada, a pesar de haber sido incluida entre varias de las listas de las 10 mejores películas de 2016. Se trata del largometraje Silence, un drama histórico ambientado en Japón durante la segunda mitad del siglo XVII. Cuenta la historia de dos jóvenes jesuitas portugueses (Andrew Garfield y Adam Driver) que viajan a la tierra del sol naciente en busca de su mentor, el Padre Ferreira (Liam Neeson), cuyo destino es desconocido y su ausencia es alimentada con los rumores de que ha renunciado a su fe. En Japón, los jóvenes sacerdotes sufrirán ellos mismos la persecución y las torturas con que las autoridades japonesas persiguen e incluso matan a los cristianos, a los que castigan hasta llevarlos a una decisión difícil: apostatar (renunciar públicamente a su fe) o morir.
El guión, coescrito por el propio director, es una adaptación de la novela homónima de Shūsaku Endō, publicada en Japón en 1966. La novela, premiada con el Tanizaki, uno de los máximos galardones literarios del país, había sido adaptada con anterioridad varias veces (incluso hay una ópera), siendo la versión de Scorsese la más reciente. El director leyó la novela entre hoteles, taxis y aeropuertos en 1989 cuando fue invitado a Japón por nada más y nada menos que Akira Kurosawa, quien le ofreció un pequeño papel en su película Dreams en la que Martin interpretaría a Vincent Van Gogh. Desde entonces, Scorsese comenzó a trabajar en el guión para llevar Silence a la gran pantalla, pero entre una cosa y otra, pasaron más de veinte años desde su encuentro con la novela y el lanzamiento de su adaptación. El hecho de que, después de tanto tiempo, mantuviera el deseo de realizar la película, demuestra cuán importante era para él contar esta historia.
No es la primera vez que Scorsese aborda el tema de la fe, pilar central de Kundun y La última tentación de Cristo, dos de sus películas anteriores, pero el enfoque que da en esta es mucho más maduro. Aunque en la mayoría de los carteles, la imagen principal sea la de Liam Neeson, el verdadero protagonista es Andrew Garfield. el padre Sebastian Rodrigues, que llega al Japón buscando a Ferreira (Neesom) pero descubre allí feligreses católicos que mantienen su fe, a pesar de ser perseguidos por las autoridades.
El término Kakure Kirishitan traduce "cristiano oculto" y hace referencia a los miembros japoneses de la Iglesia católica que tuvieron que esconderse a finales del siglo XVII a causa de la persecución oficial, porque cuando eran capturados, los torturaban (varias de estas torturas son mostradas con crudeza en la película) y los forzaban a apostatar, pisando una imagen de Jesús o de la Virgen María, a cambio de conservar su vida. Lo más destacado dentro de la trama son las constantes dudas que invaden al padre Rodrigues. Al inicio se muestra agradecido, esperanzado y sorprendido de la fuerza de los japoneses católicos, pero a medida que son perseguidos y torturados por su fe y por la presencia del propio padre entre ellos, comienza a sentir culpa y piensa en huir o claudicar. Sus monólogos y las cartas que escribe muestran un profundo dolor, causado por el enfrentamiento entre su duda y su fe.
El título de la película hace referencia, no solo al carácter oculto de estas aldeas católicas que debían callar su voz, sino también y sobre todo al silencio de Dios en medio de tantas plegarias y tantos sufrimientos. Rodrigues habla a Dios, pregunta, cuestiona, increpa, pero durante gran parte de la película, la deidad parece guardar silencio. La madurez en el guión, la seriedad y profundidad de los temas que trata, la excelente dirección y una fotografía excelsa que fue nominada a los Oscars, configuran una película de 8/10 puntos y una historia que fluye y atrapa, a pesar de sus 159 minutos, recomendada para los amantes de los dramas, los temas religiosos y el buen Cine.
Reseñado por @cristiancaicedo
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