... Desperté por fin...sigue el letargo, no sé donde estoy, tan solo recuerdo aquellos momentos hermosos de mi vida ideal...

Eramos tres para uno y uno para tres, como los mosqueteros. Ella, Angelina, era nuestra lucecita, nuestra más bella sonrisa. Mi mundo era hermoso, ideal, radiante. Cada día vivido era una utopía, una realidad hermosa que me daba susto porque casi siempre todo lo que es bello puede tener un final cercano.

Nos amábamos como pocos, él y yo, fue un amor a primera vista, de esos que llaman flechazo. Luego más nunca pudimos separarnos y nació nuestra pequeña, para venir a completar mi mundo utópico, mi vida bonita.

Siempre viví con el temor de que tanta felicidad fuera tan solo un sueño.

Aquella tarde de Abril, cuando Angelina cumplía siete añitos, nos dispusimos a dar un paseo al bosque, junto a esa laguna que fue testigo de nuestra felicidad en cada encuentro. Llevamos algunas provisiones porque queríamos hacer un picnic en la hierba y ver jugar a nuestra nena...

El sol brillaba mucho, lo recuerdo claramente. Angelina jugaba con su pelota alrededor de nosotros. En un abrir y cerrar de ojos, no la vimos más.

Corrimos desesperados buscándola. En mi corazón de madre había un susto muy grande que me decía que algo estaba mal... comenzó la desesperación, corrimos más y no veíamos a nuestra pequeña, seguíamos buscando, llegamos a la laguna y no, no, lágrimas se apoderan de mi rostro...

Quiero escapar, no quiero volver a ese instante, mi pequeña, mi lucecita se apagó... Flotaba en la laguna y corrí desesperada, no sabía nadar pero llegué hasta ella en mi agonía de madre, la abracé, Raúl se lanzó conmigo y logramos sacarla, pero ya no respiraba... Quiero morirme, tan solo eso, grito desesperada, una daga atravesó mi corazón, lloro y lloro, no recuerdo nada más...

Mi mundo ideal se derrumbó y yo con él... a partir de allí más nunca estuve, más nunca fui de esta vida... con ella se me fué toda la vida..

Quiero dormir, entran los hombres vestidos de blanco, entre las cuatro paredes frías de aquella habitación de no sé que lugar... los recibo con alivio pues vienen a llevarme de nuevo a mi mundo ideal, ese donde fui feliz, de donde no quiero escapar... Cierro mis ojos, tan solo siento el pinchazo en mi brazo... Duermo y allí estamos, los tres, otra vez, en mi mundo utópico y distante... de nuevo puedo volver a ser feliz...