Hoy me desperté particularmente tarde, llevo días trasnochando en esto de la escritura pues, desde hace unas semanas, la computadora pasó a ser compartida por el comienzo de las clases de mi hijo en la universidad vía Online.

Esto limita mi tiempo de trabajo y debo echar mano de las horas nocturnas para poder sacar trabajo creativo y producir.

Sin embargo, cuando algo te apasiona y eres feliz haciéndolo, las horas no tienen minutos y llegan las cuatro de la madrugada del día siguiente y te ves allí pegado en el teclado (seguro es historia repetida en muchos lados, ¿verdad?).

Hoy el día amaneció particularmente soleado con un cielo muy hermoso, son de esos eventos que agradece tu alma y tu sentidos. respiré profundo y me puse a admirar el azul del cielo, tanto así que, celular en mano, tomé algunas fotografías para realizar una publicación (mi vida se ha vuelto un post, ¿les sucede también?...).

Sin embargo, luego de tomar café, hubo un giro de la historia, algo inesperado pero bueno, definitivamente. Recibí una llamada del técnico que tiene el aire acondicionado de mi habitación en custodia para arreglos hace muchos meses pues, no había dispuesto del dinero suficiente para culminar los arreglos.