El monstruo en el tren
Esos malditos monstruos... creían haberme engañado, creían que no sabía lo que eran, pero sí. Lo supe, logré saberlo porque soy muy inteligente y me doy cuenta de todo, justo como decía mi mamá. Para ser sincero, lo noté el mes pasado. Venía de mi cita con la doctora Carmila y tomé el tren, como siempre hago. A simple vista todo parecía normal, pero ese día tenía algo raro. Se veía como un día común, olía como un día común, inhalé una bocanada para probar el ambiente y también tenía el sabor de un día común. Entonces, ¿por qué no se sentía como un día común?
La sensación me atormentó por varios minutos en el tren, creo que lo que más me incomodaba era precisamente no saber qué me causaba incomodidad. Pero al final lo supe, ¡Ah, claro que lo supe! El tentáculo me dio la primera pista, sí. Ese monstruo fingía ser una anciana, pero yo lo vi, por un segundo el tentáculo apareció y volvió a ocultarse bajo sus faldas. Malditos monstruos, creen que todos somos estúpidos, pero no contaban con toparse a alguien como yo en aquel momento.
Y sí, digo «monstruos» en plural, porque eran más de uno. La anciana solo fue el comienzo. En esa ocasión en particular mi vagón estaba lleno de estos deleznables seres, de diferentes tamaños y colores, cada uno más horrendo que el anterior. Descubrí que solo tenía que enfocar la vista en ellos para desvelar su verdadera identidad. Yo podía verlos, pero ellos no podían verme a mí y, lo más importante, no sabían que yo lo sabía.
Claro que, al tratarse de mi primera experiencia frente a los monstruos, tuve miedo. Llegué a mi casa al trote, temblando como un niño pequeño, llevando conmigo la sensación de que en cualquier momento uno de los suyos saltaría, me arrastraría a un callejón y me desaparecería por siempre... por saber demasiado. ¡Oh dios, qué pesada es la carga del conocimiento para el que es un ratón entre un rebaño de ovejas! Pero ya estaba en la seguridad de mi hogar, mi cueva, mi morada. Entonces debía pensar, ¿qué podía hacer? ¿Cómo podía siquiera estar seguro de que los monstruos no sabían que yo sabía? ¿Y si solo jugaban conmigo haciéndome creer eso? Concluí que no era posible saberlo con certeza, pero que de todas formas no tenía mayor relevancia.
¿Debería huir? pensé, despejé esa duda de mí casi de inmediato. No, huir no era una opción, huir significaba dejar a mi madre y a mi ciudad a merced de esas alimañas que se hacían pasar por nosotros, no podía hacer tal cosa. Entonces ¡tenía que pelear! Aunque me sentía fatigado, así que me fui a dormir, pelearía al día siguiente, más temprano.
Desperté, sobre la mesa de noche reposaba el frasco con mis píldoras, lo cogí y lo lancé al otro lado de la habitación. Desde hacía un mes que las había dejado y me sentía más lúcido que nunca. Caminé al viejo garaje y cargué el revolver, que estaba ahí desde que papá murió, con eso bastaría, sí, cuando las personas de verdad en el tren vieran también a los monstruos en su forma original mi mensaje quedaría claro, ya no habría forma de ocultarlo, me dije a mí mismo. Subí al tren y fingí que seguía con mi rutina, como todos los días.
Oh sí, allí estaban, tal cual lo preví, apenas entré: dos monstruos camuflados como niños. La mujer que les acompañaba parecía ser una persona normal, supuse que sería su mascota, o peor, su esclava. Con dos balazos la liberé de sus demoníacos amos. Quise regocijarme con ella, que por fin era libre, sin embargo tenía que terminar mi misión. Apenas maté a los dos pequeños otros de su especie se abalanzaron sobre mí. Vacié el revólver en un abrir y cerrar de ojos, y así maté a cinco o seis de esas cosas, no estoy seguro porque una seguía con vida cuando la policía me bajó del tren. Traté de explicarles lo que pasaba, pero no me escucharon.
Al menos cumplí mi objetivo, ahora el mundo lo sabe, como yo. Ahora los monstruos saben que yo lo sé. Todos lo saben, y es gracias a mí.

Imagen original de Pixabay | igorovsyannykov
XXX

¡Gracias por leerme! Espero que te haya gustado, y gracias de antemano por tu apoyo.
Te invito a leer mi presentación del capítulo I de Los cuentos de Epimeteo, un universo de fantasía que estoy desarrollando.
Las historias aquí contadas se transcurren en el continente de Epimeteo, una tierra que recientemente experimentó una de sus más cruentas guerras, y parece estar en aras de otra:
Puede que ahora Epimeteo viva en paz. No obstante, quince años después, los horrores de la Rebelión de los Elfos, llamada también la Gran Guerra, siguen frescos en la memoria de quienes la pelearon de lado y lado. Por ello, existe mucho desprecio mutuo de la mayoría de los elfos para con la mayoría de los humanos y viceversa.

Si te gustó, te invito a leer otros de mis posts:
@pavonj | Título |
---|---|
![]() | Huye de la bestia |
![]() | Gur Gul |
![]() | El legítimo Emperador de Epimeteo |
![]() | La Cuna del Rey |
![]() | Más allá del tiempo |
