Primer contacto en Riok
Yo soy Carl Shoppar. Es el 20 de marzo del 2320, o eso creo... yo... no estoy seguro. Encabecé la misión de reconocimiento a la estación nativa 0011 General Riok Morózov II. No sé quién escuchará este mensaje, o siquiera si alguien lo escuchará, pero en caso de que así sea, espero que sirva de aviso, o de advertencia.
Al acercarnos a la Riok II mi primera reacción, y creo que la de todos, fue de asombro. Recuerdo que Sara pronunció algún insulto al viento, algo gracioso ya que ella acostumbraba a ser muy educada al hablar. Riok II, es... fue una de las estaciones funcionales más antiguas de la galaxia. Trazamos una ruta a su al rededor, no pasó más que un par de minutos hasta que notamos el enorme agujero en uno de sus laterales; pocas cosas en el universo conocido podrían haberle causado tal daño. Marco sugirió que habría sido el impacto de un asteroide, «tal vez se averiaron los radares y para el momento del choque ya fue demasiado tarde» dijo. Era algo muy poco probable porque, para empezar, contaban con medio centenar de radares, según su último reporte; no podrían haberse dañado todos.
Nuestra misión, en pocas palabras, era investigar por qué en la estación no respondían a las comunicaciones desde hacía tres días estándar. Ordené a Sara que descendiera la nave, teníamos que entrar, debíamos averiguar qué ocurría, pero ya desde la distancia algo olía mal. Extrañamente los accesos automáticos seguían funcionando y nadie desde la torre de control advirtió nuestra llegada; aunque esto último fue algo previsible, dadas las circunstancias, no dejaba de ser inquietante.
Los tres nos equipamos y bajamos. Caminamos 10 minutos sin encontrar señal alguna de vida. Para este punto sí había un mal olor, literalmente. Por los pasillos recorría un aroma dulzón mezclado con pus; algo pesado, repulsivo... Sara murmuró era el hedor de la muerte. Tenía razón. Adelante encontramos un enorme charco de sangre. Concluimos que algo había lanzado a una persona contra la pared, la fuerza del golpe fue tal que dejó aquellas marcas del cuerpo en la pared junto con el charco en el suelo. El único problema era que no había ningún cadáver a la vista. Confundido, Marco me consultó sobre qué podría haber pasado. Ignoré la pregunta. De todas formas, luego de muchas paredes, pisos y techos ensangrentados, estando a pocos metros del área del agujero, nuestras dudas se aclararon. Una criatura, conformada por lo que parecían ser tres cuerpos humanos adheridos uno al otro, reaccionó justo cuando abrimos la puerta. Esa cosa... ese parásito corrió hacia nosotros, su desplazamiento era un grotesco espectáculo en el que los brazos de dos de los cadáveres cumplían función de piernas.
Todo lo que ocurrió después fue una sucesión de eventos fugaces... Sara y yo corrimos, nos pusimos a cubierto detrás de un escritorio mientras Marco se quedó ahí parado y le disparó cuatro veces al parásito que marchó contra él y lo partió a la mitad. Dos tentáculos emergieron de sus costados, lo alzó como si fuese una muñeca de trapo y un tercer tentáculo se le enrolló por la cintura y presionó hasta cortarlo a la mitad, seguidamente adhirió la parte superior de lo que alguna vez fue nuestro compañero a su amorfa estructura y lanzó la mitad inferior hacia un costado. Nosotros no dejamos de disparar en ningún momento, pero esa maldita cosa no sufría daño alguno.
Entonces, fue a por nosotros. Le... le dije a Sara que tendríamos que huir, ella no quería, trató de convencerme de que podríamos pelear. «Sara, en esta estación hubo un centenar de personas que murió peleando. Marco murió peleando. Nos vamos ya» le respondí. Nos pusimos en marcha hacia la nave, desde un principio la misión era contactar a los superiores, decirles lo que habíamos encontrado, en ningún momento se habló sobre enfrentarse a una nueva forma de vida alienígena. Tenía miedo, tenía miedo por mi vida. El solo ver cómo el parásito pegaba cadáveres a su "cuerpo" bastó para helarme los huesos, cuando llegamos a una de las puertas contiguas a la sala de aterrizaje todo empeoró, por un instante el miedo se transformó en resignación.
Desde la ventana de la enorme puerta conté ocho, todos con diferentes formas, conformados por diferentes extremidades humanas, incluso en un par denotaban lo que aparentemente eran las cabezas de algunos perros que otrora vivieron en la Riok II. Los parásitos deambulaban al rededor y sobre nuestra nave, no había forma de llegar a ella y salir con vida, así que solo nos quedó una opción: usar las cápsulas de emergencia de la estación, pero sabíamos que para llegar a ellas tendríamos que enfrentar o tratar de sortear al que había asesinado a Marco.
Apenas avanzamos por un par de puertas este apareció. Lanzó uno de sus tentáculos contra mí, noté que tenía una especie de ventosas que se pegaron a mi pecho, me acercó hasta él y me alzó por sobre el suelo. Me resigné a morir, ahí tendría que haber terminado todo para mí, sin embargo Sara cortó el tentáculo con un machete luego de varios tajos, yo caí y me arrastré hasta estar detrás de esa cosa –el pecho me quemaba como si hubiese sido expuesto por horas al fuego– al mismo tiempo que ella tomaba distancia por el lado de donde llegamos. A partir de ahí el parásito me ignoró por completo, siguió su camino hacia Sara. «Carl» gritó «Carl, necesito una mano» repitió mientras le disparaba en vano, «Carl, no me dejes aquí» fue lo último que escuché cuando crucé la puerta, aquello fue un sollozo, una súplica, no una petición... El resto del camino hacia las cápsulas de emergencia fue relativamente tranquilo.
A pesar de todo, creo que no podré salvarme. Aunque la cápsula sigue su rumbo hacia la base médica 0528 Doctor Marlo Vasíliev, no sobreviviré. La herida en mi pecho se ha infectado, una supuración grisácea y hedionda emana de donde dejaron marca las ventosas, por alguna razón mis manos y pies han empezado a gangrenarse a una velocidad inquietántemente rápida, y... hay algo más... no sé si estaré volviéndome loco, pero creo que ese parásito dejó algo dentro de mí, algo que me consumirá hasta matarme. Tan solo espero que ustedes, quienes me encuentren, no tengan la misma suerte que los de la Riok II y quienes han perecido bajo mi mando.

Imagen original de Pixabay | prettysleepy1

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