Entrada al Concurso de monólogos de Literatos

Otro mes, sin recibir correspondencia de tu parte, miraba a mi alrededor, vislumbrando a las mujeres que saltaban felices al saber de sus esposos, sin poder evitarlo, un halo siniestro me envolvía. Un bello jazmín se asomaba por la ventana del servicio postal, le corté y lo puse sobre mi oreja, impregnando así el ambiente con su suave fragancia. Yo decidí, que, si no me enviabas cartas, al menos me iba a poner bonita, para alegrar al viento con mi belleza.

Pensaba en la noche que me habías dejado amado mío, te habías marchado en el Normandía y me habías dejado en la orilla abrigada en un cárdigan. Nos sumergimos en un abrazo y te apreté tan fuerte, como quien abraza a un ser querido que sabe, tal vez nunca vuelva ver. Suavicé tu lecho para que no olvidaras mi perfume y recordaras mi aliento, también debo admitir, para que ninguna mujer le quitará el suyo llevándolo muy lejos, tan lejos. Ahora espero un saludo, un "estoy bien" que me haga anhelar un futuro juntos como el que habíamos soñado.

Trovador de los mares, te fuiste y ni siquiera de un saludo soy digna. Mi cama y yo extrañamos tu abrigo, pero en las mañanas cortaré un tulipán si el día es muy soleado y si, por el contrario, el sol se esconde, cortaré una orquídea y bailaré por un destino. Entonces me pregunto, ¿cuántas flores morirán esperando a tu encuentro? La puesta de sol me anuncia que he perdido un día y ganado otro, quizás algún día te encuentre en mi portal anunciando la victoria.

Las gaviotas huyen de la bahía y se van al farol de la eternidad. Allí donde me encuentro constantemente mirando, esperando a que el Normandía iluminé mi presagio, que elucubraba día tras día, buscando entender los motivos de este prolongado silencio. Convencía a mi alma de que nada malo podía ocurrirte, no a ti, no en la flor de la vida. Una cosa podía asegurarte: yo iba a estar aquí agitando el pañuelo esperando lo que sea que el destino hubiera preparado para ambos.

Another month, without receiving any mail from you, I looked around me, glimpsing the women jumping happily at the news of their husbands, unable to help it, a sinister halo enveloped me. A beautiful jasmine was peeking through the window of the postal service, I cut it and put it over my ear, thus impregnating the atmosphere with its soft fragrance. I decided, if you wouldn't send me letters, I would at least make myself pretty, to cheer up the wind with my beauty.

I thought of the night you had left me, my beloved, you had sailed away on the Normandy and left me on the shore wrapped in a cardigan. We plunged into an embrace and I squeezed you so tight, as one who embraces a loved one he knows, he may never see again. I softened your bed so that you would not forget my perfume and remember my breath, I must also admit, so that no woman would take yours away by taking it far, so far away. Now I wait for a greeting, an "I'm fine" that makes me long for a future together like the one we had dreamed of.

Troubadour of the seas, you're gone and I'm not even worthy of a greeting. My bed and I miss your coat, but in the mornings I will cut a tulip if the day is very sunny and if, on the contrary, the sun goes down, I will cut an orchid and dance for a destiny. Then I wonder, how many flowers will die waiting to meet you? The setting sun announces to me that I’ve lost one day and gained another, perhaps someday I’ll find you on my doorstep announcing victory.

The seagulls flee the bay and go to the bluff of eternity. There where I find myself constantly watching, waiting for the Normandy to illuminate my foreboding, which I lucubrated day after day, seeking to understand the reasons for this prolonged silence. I convinced my soul that nothing bad could happen to you, not to you, not in the prime of life. One thing I could assure you: I was going to be here waving my handkerchief waiting for whatever fate had prepared for both of us.