El elefante desparece (Libro): la fórmula Murakami

Ejemplar de mi biblioteca personal

Tenía un buen tiempo sin leer algo de Haruki Murakami y hay una buena razón para ello: lo he leído casi todo. De sus novelas no he leído Baila, baila, baila, la celebrada Crónica del pájaro que da cuerda al mundo ni su última novela en dos volúmenes, La muerte del comendador; todo lo demás, ya lo leí. Pero hasta hace una semana, me faltaba leer uno de sus libros de relatos, El elefante desaparece, el cual traigo hoy ante ustedes.

Se trata de un colección de 17 relatos de temas diversos, pero a la vez propios dentro de la mitología que rodea al autor japonés. El libro lo abre El pájaro que da cuerda y las mujeres del martes, eco obvio a su novela, la historia de un abogado desempleado que, como el autor, sabe de música y de cocina, cuyo gato está perdido. A Murakami le gustan los seres extraños, como el protagonista de El pequeño monstruo verde que aparece debajo de un roble y declara su amor a una mujer que lo tortura con la mente hasta desaparecer, La gente de la televisión que sale a través de la pantalla, haciendo un eco a sus novelas 1Q84 y Afterdark, o El enanito bailarín que ayuda, desde la tierra de los sueños, a un hombre a conquistar a una mujer, aunque no con las mejores intenciones.

Otra constante son los protagonistas treintañeros, como el protagonista de Un barco lento a China, que habla sobre tres chinos que conoció y cómo conoció al país a través de ellos y de los libros; o el de Quemar graneros, un escritor, lector de Gatsby, que oye a Miles Davis y conoce a una chica y a un hombre que a veces quema graneros sin razón; también de treinta tenemos a la protagonista de Sueño, una nadadora insomne que lee Ana Karenina. En Nuevo ataque a la panadería, unos hambrientos recién casados atracan un Mc Donald’s, mientras que en Lederhosen, una mujer se divorcia por culpa de unos pantalones cortos que su marido le encarga en un viaje (?). Otra relación de parejas, pero en este caso de hermanos, protagoniza Asuntos de familia; él es alcohólico e irresponsable, no toma nada en serio, ella se va a casar y quiere que su hermano conozca a su prometido. Es un relato un poco mejor que los anteriores y habla de la llegada de la adultez.

Las cartas son protagonistas en El comunicado del canguro y en Una ventana y luego tenemos dos relatos con títulos exagerados, como Sobre el encuentro con una chica cien por cien perfecta en una soleada mañana del mes de abril y La caída del imperio romano. La revolución india de 1881. La invasión de Polonia por Hitler y El reino de los vientos enfurecidos; el primero de ellos es un relato romántico, sobre un encuentro azaroso y un hombre tímido que no sabe cómo hablarle a la chica de sus sueños, mientras que en el segundo son protagonistas un diario, los vientos y la música clásica. En El último césped, un joven meticuloso, en su último día de trabajo, corta el césped para una mujer viuda de 50 años y en Silencio (mi favorito del libro, porque está mejor escrito que todos los demás), dos hombres hablan en un café sobre el boxeo, la secundaria y los recuerdos. El libro cierra con el relato que le da nombre y cuyo título cuenta todo, ocultando lógicamente lo más impotante.

Se puede hablar de una fórmula Murakami. Seres extraños, personajes occidentalizados, protagonistas treintones que no saben con exactitud qué hacer o por qué hacen las cosas, una atmósfera vaga, ambigua y los tópicos de siempre: jazz, música clásica, literatura occidental, natación, baseball, Wagner, Tólstoi, finales abiertos (o más bien relatos inconclusos), todo ello a lo largo de 17 relatos que, en su mayoría, no impactan. Aunque el libro fue publicado en español en 2016, los relatos datan de los años ochenta y principios de los noventa y quizás por ello se siente una diferencia significativa con otros trabajos más recientes.

Aunque hace algunos años, erigí a Murakami como uno de mis escritores favoritos por obras como Tokio Blues, Sputnik, mi amor, Hombres sin mujeres o De qué hablo cuando hablo de correr, otros de sus libros me han quedado a deber mucho, como After dark, Pinball 1973 y la aclamada 1Q84 que no me pareció estar a la altura de su reputación, razón por la cual he tenido que bajarlo del pedestal y reconocer que es un buen escritor, pero no uno de los más grandes. En cuanto a El elefante desaparece, no diría que es un mal libro, pero quizás es mejor para quienes no han leído a Murakami, porque puede funcionar como primer contacto (aunque no es la aproximación que yo recomendaría), pero para quienes conocemos la obra del japonés, este libro puede dejar un regusto amargo.

H2
H3
H4
Upload from PC
Video gallery
3 columns
2 columns
1 column
2 Comments