Dijo que se vengaría. Pero no puede ser ella.

El puñal atravesó su cuerpo todas las veces y yo mismo la enterré, justo antes de esta nevada. Nadie la encontrará antes de la primavera y para entonces ya estaré lejos.
De nuevo ese ruido: el roce del vestido al dar los pasos, resonando como antes, camino del altar. Pero no puede ser ella. Aquí no hay nadie más.

Se lo tenía ganado. No podía perdonárselo ¿No lo entienden? Yo la amaba. Aún la amo. Pero el amor exige amor de vuelta.

Algo golpea la puerta. La entreabro apenas. Veo en el suelo su vestido, otrora blanco, ahora sucio, ensangrentado. Está vacío. Hay huellas en la nieve y no muy lejos, una figura de pie, en medio de la tormenta. Tiene que ser ella. Pero no puede ser ella.

¿Ahora sí me amas? ¿ahora sí quieres estar conmigo?

Cierro la puerta y tranco todas las ventanas. Me refugio en la habitación del fondo y extiendo la mano para tomar mi cuchillo... mi…

¡¿Dónde está el cuchillo?! Estaba aquí, junto a mi enc...

Una ráfaga helada invade la habitación y las luces se extinguen. La ventana está abierta. Antes de voltear, un corrientazo me recorre la espalda. Agacho la mirada y reconozco la punta ensangrentada del cuchillo que asoma por mi pecho. Siento sus dedos acariciar mi frente y oprimir mi cuello. Su rostro lloroso y agonizante invade mi mente y lo último que pienso es un recuerdo.

Dijiste… que te… vengarías… pero no pued…