
Fuerza y debilidad son solo aparentes. Vocación y decisiones. Nuestras tendencias no obligan, la voluntad solo está casi abolida cuando proferimos el negro decreto y desistimos de existir. No obstante, el éter nos acoge de nuevo, la mano de plasma de una Madre infinitamente indulgente repasa los surcos que han hecho las lágrimas, los sella, volviendo jóvenes de nuevo a las oportunidades, disipando el plomo del cielo.
En este instante Dios da a nuestro espíritu un beso de plasma y muestra, claramente, el sendero. Vamos.