#QuisieraSer: Benjamin Button

En la misma tónica de meses anteriores en los que inicié varias series de publicaciones (algunas sobre música, otras sobre libros) he decidido iniciar una nueva serie, esta vez un poco más reflexiva. Existe una canción de la Oreja de Van Gogh titulada "Deseos de cosas imposibles", una buena pieza cuyo nombre viene a remarcar la paradoja de que cuánto más difícil es un sueño, mayor es la voluntad de alcanzarlo. Y en ese sentido, el ser humano ha tenido (y tiene) muchas fantasías, colectivas e individuales. Ahora bien, no necesariamente tiene que tratarse de algo literalmente imposible, o no tiene por qué serlo siempre. Volar parecía imposible; llegar a la Luna una locura; y sin embargo, ya estamos explorando rincones más lejanos del universo, así que la imposibilidad puede, a veces, ser sólo una cuestión temporal.

La serie se llamará Quisiera ser y tratará principalmente sobre algunos deseos que tengo o que he tenido y que resultan muy difíciles o imposibles de alcanzar. A la par de ello, también tratará algunos anhelos más viables cuya reflexión servirá para animarles (y animarme) a intentar algo nuevo. Ahora sí, sin más preámbulos, daré inicio a esta serie con un post sobre la idea que originó este proyecto. A estas alturas la mayoría ha visto la película El curioso caso de Benjamin Button y si no, seguramente saben que se trata de un hombre que en vez de envejecer, rejuvenece. ¿Un bebé que nace viejo y que a medida que crece se va volviendo más joven? Sí, así es. Quienes quieran indagar un poco más pueden leer el relato original, escrito por Scott Fitzgerald (autor de El Gran Gatsby), aunque les adelanto que es un poco menos serio.

Entonces, ¿estoy diciendo que me gustaría haber nacido viejo? No. ¿Que me gustaría volverme más joven? tampoco. Voy a hablar de un momento concreto en la vida de Benjamin (Spoiler alert). Tomando como promedio de edad los setenta años, si Benjamin nace luciendo de setenta, a sus cincuenta años se verá de veinte, ¿cierto? Más o menos a esa edad, después de hacer un largo viaje en moto en solitario, Benjamin Button decide irse a la India.

En las culturas antiguas, los hombres adultos, después de haber constituido su patrimonio y haber formado una familia, se dedicaban a cultivar el espíritu, como si tras la prosperidad material buscasen la calma espiritual. Y aunque uno no sea muy religioso o dado a los asuntos espirituales, es cierto que conforme la vida avanza se va ganando experiencia y a través de ella, sabiduría. Algunos más pronto que otros, pero por regla general, la madurez va llegando con la edad. Es así como de pronto un día reflexionamos sobre nuestra juventud, los excesos y muchas cosas que quizás perseguimos y que resultaron fugaces, dando por sentado verdades más sólidas y cuestiones más importantes. Llegan entonces el arrepentimiento, la reflexión, la introspección y un estilo de vida más sereno (lo que no quiere decir necesariamente menos activo) junto con el deseo de, quizás, haberlo hecho diferente. Pero, ¿cuál es el detalle? Que ya no se puede. El agua corrió, el tiempo pasó y la vida no puede desvivirse para ser revivida. Es allí cuando cabe el refrán "si el joven supiera y si el viejo pudiera", porque la sabiduría de la experiencia aumenta a medida que la energía mengua, al punto que hablar de sabiduría y juventud como una misma cosa resulta casi un oxímoron.

¿Se imaginan cómo podría haber sido su vida si a los veinte años hubieran sabido y vivido todo lo que saben ahora a sus cuarenta, cincuenta o sesenta? Es un imposible para todos nosotros. Con una excepción. Porque Benjamin Button, cuando decide cultivar su espíritu y abrazar la sabiduría de la vida, es un adulto de unos cuarenta y tantos años que ha recorrido el mundo, luchado en la segunda guerra mundial, que ha amado a varias mujeres y que aunque lleva a sus espaldas décadas de experiencia, tiene la apariencia y la energía de un joven de veintipocos. It's the ultimate fantasy. Se trata de la combinación imposible y perfecta en la cual podría aprovecharse la vida al máximo. Fuera de la Literatura, es un sueño inalcanzable, pero cuántos quisiéramos ser Benjamin Button.

¿Tienen ustedes algún sueño difícil o imposible? ¿Hay algo o alguien que quisieran ser? Recuerden que no se trata de una negación de la realidad o una revelación de disconformidad consigo mismos. Es sólo un ejercicio filosófico y reflexivo sobre nuestros deseos y sobre todo sobre la naturaleza del alma humana. Si les gustó o si tienen algún agregado, no duden en dejar un comentario. Y mientras llega la próxima entrega de la serie, dime: tú, ¿quién o qué quisieras ser?

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