
Sentado en el sofá de la inconformidad, ubicado en el rincón de la soledad.
Una tv que, a contraluz, alcanza mis pupilas, generando imágenes que se adjuntan en mi mente.

Me levanto con la velocidad de un viejo molino, giro la manilla de la puerta principal, abrirla no es motivo de libertad, es simplemente cruzar e ir a caminar. Mis pensamientos debo canalizar, como cual ave sus alas no puede controlar.


Esa misma luna se apodera de mis ojos y me muestra la inmensidad del universo que existe en mi interior. Contemplando a plenitud los cuerpos celestes, logro entender que nada en nuestra diminuta existencia es inaccesible. Fuerza tan potente como un agujero negro, una galaxia con millones de estrellas dentro de un universo intangible.

Sigo mi trayecto de vuelta a mi hogar, ese pequeño espacio de concreto donde me espera aquel sofá, el cual se ha amoldado a mi vivir diario, dejándome cómodamente en una burbuja, permitiendo que la vida siga siendo la misma de lo que ha sido hasta ahora.
¡Explota, supernova! Guíame más allá de los deseos, donde se fabrican soles nuevos y la energía deja de ser cautiva para dar origen a un universo nuevo, de pensamientos renovados, alma purificada y espíritu infalible.

Imagen I
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