
Antes de ser un personaje de una película, un calificativo de uso universal y una canción de Fanny Lu con Chino y Nacho, Don Juan fue un personaje literario (basado en uno real) descrito por primera vez por Tirso de Molina en su obra El burlador de Sevilla y convidado de piedra , pero que también fue utilizado como inspiración por Pushkin, Lord Byron, Choderlos de Laclos y Molière, entre otros. Este post analiza la versión que hiciera este último dramaturgo francés en 1665.
En principio, Don Juan es un conquistador elocuente a quien no le gustan los predicadores, es infame, ateo, blasfemo, testarudo, hipócrita, lisonjero, charlero, cínico, inescrupuloso, adulador, mentiroso, irracional, impulsivo y escéptico. Dice amar a todas las mujeres sin reconocer que dicho "sentimiento" no es amor. Él mismo afirma su incapacidad de ser fiel y monógamo:
“¡Cómo! ¿Quieres que permanezca uno ligado a la primera mujer que nos cautiva; que se renuncie al mundo por ella y que no tenga uno ya ojos para nadie? ¡Linda cosa la de querer jactarse del falso honor de ser fiel, enterrándose para siempre en una pasión y permaneciendo muerto en la juventud a todas las otras beldades que pueden conmover nuestros ojos! No, no; la constancia es sólo buena para los ridículos; todas las beldades tienen derecho a seducirnos, y la ventaja de haber sido la primera no debe quitar a las otras las justas pretensiones que tienen sobre nuestros corazones. Por mi parte, la belleza me extasía allí donde la encuentro, y cedo con facilidad a esa dulce violencia a que nos arrastra."
Esta actitud lo lleva a casarse con cada una de sus conquistas. Al iniciar la novela, está casado con Doña Elvira (a quien por cierto prácticamente sacó de un convento), pero luego se enamora de la “prometida más bella del mundo" y la quiere raptar para casarse con ella, porque “Otro amor ha expulsado a Doña Elvira de mi pecho”. El rapto fracasa y lo rescatan a punto de ahogarse; entonces ve a una aldeana y se enamora de ella inmediatamente (esta también esta prometida a otro hombre) porque ve gracias en ella, pero además también las ve en su amiga y le propone matrimonio a ambas. Así que van cuatro mujeres en las primeras páginas: Elvira, la prometida número uno, Carlota y Maturina. Todas lo flechan a primera vista y con todas se quiere casar, sin divorciarse de las otras, por su puesto. “No tengo talento para disimular y mi corazón es sincero” confiesa Don Juan. Carlota le dice "No sé si dices la verdad o mientes, pero haces que te crean". Y no sin sarcasmo, Esganarel, su criado, dice: “No le cuesta nada contraer matrimonio: es el lazo con que caza a sus víctimas y las puede cazar por docenas. Damas, doncellas, burguesas o villanas: ninguna es demasiado buena o demasiado mala para él”, agregando “se divierte yendo de una prisión a otra, pero no le gusta quedarse en ninguna”. Don Juan es incorregible y un amante falso a quien no le interesa coleccionar relaciones, sino conquistas. Más que un mujeriego, es un conquistador, cercano a Alejandro Magno. Dice Don Juan:
"Se goza una dulzura suma venciendo con cien homenajes el corazón de una belleza juvenil, viendo día tras día los pequeños progresos que uno hace, combatiendo por medio de arrebatos, lágrimas y suspiros el inocente pudor de un alma a la que le cuesta trabajo rendir las armas, forzando poco a poco todas las débiles resistencias que ella nos opone, venciendo los escrúpulos de que se enorgullece y llevándola suavemente allí donde deseamos hacerla llegar. Mas una vez adueñado de ella, no hay nada que decir ni que desear; acaba toda la hermosura de la pasión, y nos adormecemos en la tranquilidad de semejante amor como no venga algún nuevo objeto a despertar nuestros deseos y a ofrecer a nuestro corazón los encantos atrayentes de una conquista a realizar. En fin: nada hay tan dulce como vencer la resistencia de una beldad."
He allí su pasión, su práctica: en conquistar, en vencer la resistencia de la fémina que, una vez conquistada, es abandonada por otra nueva tierra que tomar. Las aventuras y desventuras por las que pasa este personaje, varias de las cuales se salva gracias a su elocuencia y al manejo excelso de la palabra, no son sólo cómicas, son también aleccionadoras y moralistas. Pero Molière quiso representar en él, no sólo los excesos del libertinaje, sino principalmente la hipocresía tan característica de ciertas personalidades de su tiempo. Don Juan es, más que todo un hipócrita, y de su boca sale la frase: “No existe vergüenza ahora en eso; la hipocresía es un vicio de moda, y todos los vicios de moda se consideran virtudes". Es pues, un hombre que aunque es repudiado por sus semejantes y tenido por mal ejemplo, también constituye la representación de esa sociedad que lo condena. No por nada varias de las obras de Molière fueron censuradas y él condenado a la horca (aunque lo salvaran en último momento), porque representaba en sus personajes a aquellos que iban a verlo, exponiendo sus prácticas menos altruistas.
Como si hiciera falta aclararlo, Don Juan dice “…las ataduras van contra mi modo de ser”. Es un personaje inmortal y complejo que representa mucho más que un sencillo estereotipo del mujeriego, aunque no es del todo incorrecto emplear el término para referirse a uno. Por esta y otras grandes obras de teatro que escribió, vale la pena leer a Molière y darnos cuenta que a pesar de los cuatro siglos de agua corrida bajo el puente, la humanidad no ha avanzado mucho en materia de evolución moral. Acaso habremos empeorado.