
"Ida" es una película polaca dirigida por Pawel Pawlikowski que dura apenas 80 minutos y tiene una trama sencilla: Anna es una novicia a punto de tomar los votos que, a petición de la madre superiora, va a visitar a su tía, el único pariente que tiene con vida. Esta tía, una ex fiscal comunista y alcohólica, no quiso hacerse cargo de Anna cuando, tras quedarse huérfana, fue entregada al orfanato y por eso a Anna no le emociona mucho la idea de visitarla. Sin embargo, lo hace y descubre un oscuro secreto sobre su identidad: Anna es judía, su verdadero nombre es Ida y sus padres murieron en los días de la ocupación nazi, dos décadas atrás. A partir de allí, Ida y su tía Wanda comienzan un viaje que los conducirá a su antigua casa, a las tumbas de sus parientes y a descubrirse a sí mismas a través de la compañía de la otra, estrechando entre ellas una relación hasta hacía poco tiempo era inexistente.
Es una película dramática con emociones fuertes, pero no exageradas. Ida, quizás por su vida en el convento, se muestra casi siempre serena, impávida, no la vemos gritar o rabiar, su rostro sereno sólo derrama una lágrima silenciosa cuando decide no tomar los votos el día que tenía pensado hacerlo y su semblante se ve desolado tras el suicidio de la tía y en la última secuencia de la cinta. Las mujeres protagonistas sufren culpa, desesperanza, impotencia, remordimientos, dudas; la historia es un poco lenta, pero intensa y deja espacio para la filosofía y la reflexión. Como la frase que la tía le dice a Ida cuando se entera de que nunca ha estado con un hombre:
“Deberías probar… de otra forma ¿Qué clase de sacrificio son esos votos tuyos?”
Sin embargo, lo que eleva a esta película de ser buena a ser grandiosa es la forma en que está filmada. Para empezar fue grabada en blanco y negro, algo inusual en estos tiempos modernos pero que le imprime crudeza a la película. Y lo otro, y a mi parecer lo más destacable, son esas escenas estáticas y asimétricas presentes a todo lo largo del film. En muchas tomas, los personajes son mostrados en una esquina de la pantalla o en la parte inferior, creando hermosas postales como estas:
![]() | ![]() | ![]() |
---|---|---|
Luego esta lo de la toma estática. Ida, o la tía se mueven alrededor del espacio, a veces saliendo momentáneamente de la toma para reingresar unos segundos después, pero en ningún momento la cámara se mueve. Permanece fija, enfocando el ambiente, la pared, el bosque. Sólo en la última secuencia de la película vemos la cámara moverse. Ida, tras el suicidio de su tía, se pone su ropa, fuma un cigarrillo, bebe de una botella y se acuesta con un músico de Jazz que había conocido mientras viajaba con Wanda buscando el paradero de sus padres. Aunque la vemos yacer en la cama, tranquila, junto al músico , cuando vuelve al convento se puede percibir la agitación interna en su mirada y la cámara, por única vez en la cinta, se mueve a ese ritmo, va caminando sobre un camino de tierra, avanzando de espaldas, como acompañando a Ida y reflejando su agitación interior.
Es con esos pequeños detalles con los que un Director de Cine y una película de presupuesto modesto pueden lograr maravillas memorables y captar la atención de la industria y del público exigente, reivindicando al séptimo arte que tiene cada vez menos de esto último. Por la excelente dirección, lo acertada de una propuesta diferente y lo bien cuidados que están los detalles de la puesta en escena, le doy a esta película 9/10 en mi escala. Espero que la vean y la disfruten tanto como yo.
@cristiancaicedo