
Alessandro Baricco es un escritor italiano que en 1994 escribió un monólogo teatral para ser interpretado por Eugenio Allegri y dirigido por Gabriele Vacis, titulado Novecento, mismo título que llevó la versión impresa publicada por editorial Anagrama, a la que el autor catalogó como una mezcla de una auténtica puesta en escena y un cuento para leer en voz alta. Esta historia fue llevada al cine en 1998 por Giuseppe Tornatore, el afamado director de Cinema Paradiso, con el título, en italiano, de La leggenda del pianista sull'oceano, traducida al español como La leyenda del pianista en el oceáno y al inglés como The Legend of 1900. Dejo todos estos diversos nombres para enfatizar el hecho de que, de cualquier manera que se acerquen a esta historia, con cualquier nombre que la consigan, valdrá la pena la experiencia.
El héroe de esta narración tiene un nombre rimbombante, pero memorable: Danny Boodman T.D. Lemon Novecento. Todos lo llaman Novecento. Recién nacido, fue hallado por un maquinista dentro de un barco que representará todo su universo. Este hombre, Danny Boodman (padre), lo cría como su propio hijo pero tras su fallecimiento, Novecento debe continuar solo y, quizás como escape, o quizás como salvación, descubre sus dotes natos para la música. El piano se vuelve su mundo, su oído y su voz.
La película continúa entonces con el desarrollo musical de nuestro protagonista quien, a través de las notas de su piano, es capaz de revivir cada viaje, cada sensación, cada historia que le cuentan los pasajeros del Virginian, el barco de vapor en el que nació y en el que ha vivido toda su vida, sin poner nunca un pie en tierra firme. Su talento viene acompañado de cierta inocencia, de nobleza que, por momentos, lo hace parecer un niño grande. Un niño que a través de las ventanas del barco y a través de los pasajeros y sus compañeros de tripulación, es testigo de un mundo que lo atrae con la misma fuerza que lo aterra: el mundo, más allá del océano, en tierra firme.
Diversas situaciones interesantes y reflexivas se suceden en la cinta, a cada cual más increíble. Una de ellas es el clásico duelo musical con un enemigo virtuoso. En Venezuela existe la leyenda de Florentino y el Diablo, en la música country de Estados Unidos podemos oír The Devil went down to Georgia o recordar la célebre Crossroads con ese duelo de guitarras entre Steve Vai y Ralph Macchio. Todas ellas hablan de un duelo musical contra el maligno. En Novecento no se dice expresamente que su contendor sea el Diablo, pero la actitud de éste y su impronta, evocan esos enfrentamientos. El duelo de piano entre estas dos fuerzas es una de las secuencias más memorables de toda la película.
Se tiene entonces la creatividad de Baricco, la genialidad de Tornatore y la actuación estelar de Tim Roth (Reservoir Dogs, Pulp Fiction), combinados con una fotografía pulida y una fábula que reflexiona sobre la música, la soledad, el amor, la amistad y otros aspectos de la humanidad. Para mí, se trata de una película de 9/10 cuya historia, diálogos y escenas perduran en la memoria del espectador hasta mucho después de haberse acabado los créditos. De esas películas que deben verse.