La vida y la muerte, conviven el día a día. Se dice que el sueño es una pequeña muerte, los dos fenómenos se entrelazan entre sí, sin embargo la muerte es inminencia y la vida es transcendencia. Cuando nos marchamos, nos quedamos habitando en los nuestros. Dos realidades que se condicen históricamente: somos hijos del primer hombre

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Miren la nada ¡Qué fácil es!
Eterna como mi madre
Nada incierta como mi padre
Omnipresente como ella misma
Hermosa como mis hijos
Blanquita como mis nietos
O azulita como las elegantes flechas
Que acabaron con mi vida
O quedarme siempre aquí.
No sé ustedes
Si quieren que regrese.
Eso es nada para mí
Pero yo siempre ahí
Ni siquiera entre ustedes
Si no adentro
Mi ADN
Y ustedes ni cuenta se DAN
Me da igual
Por eso digo:
Todavía no digan:
“Se murió”
No se asusten compañeros
Tenemos la misma lectura
Somos capicúa
Y ustedes ni cuenta se dan
Mi adn
Atrapados están
En interminables cadenas.
Para andar en el vaivén, en la movida
Oscilando entre ustedes.
O también pueden decir:
Se murió
Y aquí me quedo
Mangüerando…En la nada
En ese caso, ustedes saben
Saquen sus conclusiones
Saquen todas mis pertenencias
De sus bolsillos y no llamen más
Y se darán cuenta, con el tiempo
Que estaré más presente que nunca
Ahí perenne como siempre
Inmanente como todos mis muertos.

