

El día se termina, agonizantes rayos de sol veo perderse en el horizonte, dando paso a la estela de la noche, cubierta con el terciopelo oscuro que la caracteriza y acompañada del sentimiento de verte desde la distancia sin poder tocarte, ¡deseando que estés conmigo en mi anhelo de tenerte, para estar contigo en la eternidad de tu ausencia! ausencia presente, ausencia impuesta de forma súbita y egoísta.
Me refugio en la penumbra, la oscuridad absoluta, me abriga y apacigua un poco mi dolor, caminando entre las sombras fieles compañeras de la sombría y silente noche, disperso mi pena noche tras noche deambulando sin rumbo fijo recordando lo que fue y ya no es. Viendo en la oscuridad el mejor sitio para estar, siento que la luz consume mi alma al llegar el alba y la inocente promesa de un nuevo día. Pero ¿cómo tener esperanzas de nuevo? ¿Cómo poder apreciar el día? Si ya mi alma esta en oscuridad perdido y sin ti.
No queda nada más de mí, todo te lo dí, cada parte de mí ser, hasta perderme y remontar en mis inicios; no lamento el dolor que tengo porque también formó parte de ti y es lo único que me queda de ti ¡dolor!. La noche termina y solo me queda esperar paciente para sentirte de nuevo en mí.
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