"...quien siembra con la única esperanza de lograr bienes materiales no recoge nada por lo que valga la pena vivir... el avión no es un fin: es una herramienta. Una herramienta como el arado."
Antoine de Saint-Exupéry. Escritor y piloto.
Cuando volamos, por el mero placer de volar, sembramos en nuestro espíritu, sueños, recuerdos, ilusiones, , amistades, gratitud por poder hacer algo que en un tiempo solo pudieron hacer los pájaros.
Flotar en el aire, sentirte una partícula, saber que vistos desde unos pocos kilómetros más arriba, no somos mayores que una pluma o que una mota de polvo, siempre a merced del viento...al capricho de la respiración de la Tierra.
A veces, un momento del vuelo corresponde a una de estas emociones, otras en cambio nos golpean todas a un tiempo, como lo hace el aire cuando asomamos la cara por un costado del parabrisas.
En los dos casos es fácil que unas lágrimas salgan de nuestros ojos. Tal vez esas sensaciones que nos proporcionan nuestras herramientas voladoras, nuestros arados del cielo, son el viento que impacta en nuestras almas, haciéndolas volar...cada vez más alto... cada vez más lejos.
Adjunto un video, de finales del verano de año pasado, sobrevolando nuestras queridas tierras del norte de Burgos, de Castilla Vieja. Elevándonos sobre las nubes que cubren el Cañón del Ebro y siguiendo a pocos metros sobre las copas de los chopos que guían el curso del Río Nela, que se mezclará con el Río Ebro en Trespaderne, a apenas cinco kilómetros de donde nos encontramos.
Ojalá que os acerque, aunque sea un poco, a ese cielo que tanto amamos los voladores.
Fotografías: Fernando "Seisgés" Ramos.