Son raras las veces que la Luna se vea en un tamaño antinatural, pero cuando la veo así, grande, con sus mares y países blancos, me pongo a pensar que aquello no es la Luna sino la hermana gemela de la Tierra, Gaia. Pero no: Es la Luna que visita la Tierra; es la Luna que entra en la bóveda estelar y se estaciona encima de bosques, selvas, desiertos y ciudades. Es la Luna que deja salir a sus ciudadanos, apostados en globos aerostáticos de colores nunca vistos.
Esos seres, tan idénticos a nosotros los humanos, estacionan sus globos en donde sea. No vienen a invadirnos, eso era algo bastante claro. Solo vienen a pasear, a comprar, a ver películas en un cine. Para ellos, nuestro planeta hogar es un campo vasto con secretos aún por descubrir.
Levanto la vista. Ahí están sus globos, ahí están ellos. Están regresando a la Luna, a su hogar.
Al hogar de mi abuelo.