EL RENACER DE REMOTA

Remota miraba el amanecer sentada debajo de un viejo cují, sobre aquel inmenso médano, pero en realidad sus pensamientos viajaban mucho más lejos de aquel espectacular crepúsculo; se preguntaba curiosa; que habría detrás de ese horizonte que frente a ella se dibujaba…


Recién había salido de su “encierro”, ritual que consistió en aislarla durante su transición de niña a mujer y en el que se le cortó el cabello, alimentó de forma especial; solo pudo estar en contacto con mujeres de su familia que le enseñaron las labores domésticas, el arte del tejido y hasta ciertas técnicas "eróticas", hablándole también del embarazo y el matrimonio, entre otras cosas; una vez culminado se ofreció una fiesta para que los hombres del pueblo pudieran verla y "ofertar" por ella.

Después de todo lo vivido, se sentía abrumada; de pronto veía como toda su vida, perspectivas e intereses habían tomado un giro inesperado; su existencia, hasta ese instante resumida en ese lugar de tierras áridas y calurosas, su familia, costumbres y tradiciones, necesitaba tomar otro rumbo... Era evidente que no solo su cuerpo había cambiado en esos días de soledad y reflexión, también se habían transformado su espíritu, su visión de la vida; se sentía diferente, otra por dentro y por fuera.

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Como en un acto de liberación; se levantó de donde llevaba horas sentada, alzó sus brazos dejando que el viento besara su rostro, mientras ondeaba su manta colorida sobre su recién formado cuerpo de mujer. Era ya una decisión tomada, no quería ser “vendida” o “truequeada” como si fuera un objeto, un animal, un ser sin voluntad propia; ni casarse con alguien por quien no sintiera amor; su recién despertado espíritu rebelde necesitaba alimentarse de nuevas experiencias; quería demostrar que su destino podía ser diferente al resto de las mujeres de la familia sin que eso significase traicionar o negar su cultura, aunque no podía negar que sentía un poco de temor.

A partir de ese momento nacía una nueva “REMOTA” con la fuerza, el ímpetu, el encanto y la bendición de sus dioses y ancestros. Tras ella quedaba su pueblo, gente y sus raíces, de las que se sentía orgullosa y que de una forma u otra, para bien o para mal siempre le acompañarían.

Y dando la cara a una nueva existencia, emprendió su camino de prisa y sin voltear hacia atrás, mientras sus huellas sobre la arena dorada eran borradas por la brisa...

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Un relato inspirado en la goajira venezolana, su gente y su cultura la cual a pesar del paso del tiempo y de las influencias externas aún conservan sus ritos y celebraciones, transmitidas de generación en generación; sus paisajes y en el personaje de “Remota Montiel” en la novela del autor venezolano Don Rómulo Gallegos.
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