
Christopher Nolan es uno de mis directores de cine favorito y para ello le hubiera bastado con dos o tres películas. Sin embargo, todas las que ha sacado me han parecido verdaderamente buenas, así que cuando supe que para este año saldría su proyecto más reciente, esperé algo ansioso hasta poder verla.
La sinopsis de Tenet que aparece en la mayoría de los portales de internet dice así:
Armado con tan solo una palabra –Tenet– el protagonista de esta historia deberá pelear por la supervivencia del mundo entero en una misión que le lleva a viajar a través del oscuro mundo del espionaje internacional, y cuya experiencia se desdoblará más allá del tiempo lineal.
Lo que no dice absolutamente nada. Por ello, voy a contarles un poco de qué va la historia, sin explicarlo todo (aunque a decir verdad, aún no podría explicarlo todo). Lo primero que hay que reconocer es que la mayoría de las películas recientes de Nolan son de ciencia ficción y que prácticamente en todas sus producciones (exceptuando la trilogía de Batmaan) está presente su obsesión fílmica: el tiempo.
La cinta inicia con un ataque terrorista en una sala de ópera en Ucrania, lo que permite situarnos directamente en la acción. Como en otros films del director, no hay introducción que nos prepare para lo que comenzamos a ver. Toda la escena es propia de una película de acción: los terroristas, el equipo especial, las bombas, un reloj en reversa, la explosión esperada... hasta que surge un detalle: alguien dispara una bala invertida. Ese es el término empleado para denominar a los objetos cuya entropía ha sido alterada, permitiéndoles desplazarse en el tiempo en sentido contrario, en el caso de la bala, en lugar de salir despedida por el percutor del arma que la dispara, viaja desde el lugar de impacto hasta la recámara del arma que aún no la ha disparado y que sin embargo ya la disparó en otro momento, ¿confuso? Esperen, que se pone mejor.
Imaginen la misma tecnología, esa misma alteración, aplicada a objetos más grandes, más numerosos, incluso a personas: la posibilidad no sólo de viajar en el tiempo, sino de transitar por él en sentido inverso hasta el pincipio de las cosas, hasta el instante en que comenzó un acontecimiento que por formar parte de tu pasado, ya conoces. Cuesta un poco comprender y aceptar este funcionamiento de la trama porque, aunque durante los últimos años hemos estado internalizando el hecho de que el tiempo no es lineal, se nos educó de otra manera. En muchas asignaturas, o cuando nos explicaron la historia de nuestro país o de la humanidad, se nos instaba a construir una línea de tiempo y ese concepo está tan arraigado en nuestra consciencia que la estructura pasado-presente-futuro es casi sagrada. Salir de esa construcción mental y entender que puede alterarse el orden de los acontecimientos y analizar paradojas temporales es una cosa, pero moverse al revés en un espacio físico, es decir, tener el tiempo invertido ya es otro tema que cuesta un poco más.
Algunas partes del guión resultan difíciles de seguir. Ocurría lo mismo con Interstellar: lo que para el espectador es asombroso o irreal, para los personajes es algo familiar, casi cotidiano, así que no dan más explicaciones de las necesarias. Hasta cierto punto es entendible, pero se dificulta un poco seguir las escenas en las que hay una secuencia simultánea de normales e invertidos, es decir, mientras unos se mueven hacia adelante en el tiempo, otros se mueven hacia a atrás, todo en simultáneo. Es una gran demostración de la imaginación de Nolan y la ejecución de su equipo, pero puede resultar trabajoso para algunos espectadores.
Cuando el innominado protagonista pregunta a una especialista por algunas piezas que le son mostradas, ella dice "Son los restos de una guerra que se avecina", ¿una guerra de quién? ¿contra quién? ¿por qué y cómo están apareciendo los restos en nuestro presente, es decir, en el pasado del futuro? Y más aún ¿qué pasaría si perdemos esa guerra? Las respuestas a estas preguntas resultan fascinantes y hay que aplaudir nuevamente la originalidad de esta historia que si adolece de un punto, que creo que lo hace, es de la falta de emotividad. La conexión que había entre Murphy y su padre en Interstellar, el drama de Cobb por recuperar a sus hijos en Inception, el sacrificio de Alfred Borden en The prestige, no tienen un equivalente en Tenet. Hay una damisela en peligro, hay un hombre que agoniza y hay una espada de Damocles sobre el destino de la humanidad, pero no hay un momento de gran emoción, un discurso o una frase que nos llegue al corazón. Antes que echarlo en falta, creo que es la misma naturaleza del tema y de la trama, mucho más analítica y racional. Paradojas temporales, relojes que marchan hacia atrás, un villano cruel, la salvación del mundo en mano de unos pocos, todo es parte del atractivo de esta cinta que aunque me impresionó, no logré asimilar a plenitud, razón por la cual voy a verla de nuevo... ¿y si mejor la veo desde el final hasta el incio?
Reseñado por @cristiancaicedo
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