El año pasado, la célebre Roma de Alfonso Cuarón eclipsó a las demás películas internacionales nominadas, incluyendo a dos ganadores previos de la categoría: el polaco Pavel Pawlikowski, ganador con Ida en 2013 competía esta vez con Cold War; y el alemán de extenso nombre, Florian Henckel von Donnersmarck, que había triunfado con The lives of others en 2006, presentaba esta vez Werk Ohne Autor.
A pesar de que las traducciones de su título en inglés y en español son coherentes con los elementos de la historia, ninguna le hace más justicia que su nombre original alemán, cosa que normalmente pasa cuando el nombre de las películas es llevado a otros idiomas. En inglés, esta cinta se llama Never look away debido a una frase usada por uno de los personajes; en español, para latinoamérica, se llama La sombra del pasado y ciertamente el pasado de los protagonistas juega un papel importante; pero el título en alemán traduce Obra sin autor (título conservado en España), lo que me resulta más apropiado, porque refleja el elemento más importante de la trama, el que priva por sobre el drama familiar, sobre la pérdida de los seres queridos, incluso sobre el marco histórico de la sociedad alemana y por ende, de las familias de los protagonistas, el eje central de la historia: el arte.
La película inicia con Elisabeth May llevando a su pequeño hermano Kurt a un museo. Son los años treinta del siglo veinte, el régimen Nazi está en el poder y el guía del museo refleja el sentido crítico y de censura que da el nacional socialismo a lo que entonces se conocía como arte moderno. La razón por la que la chica lleva a su hermanito hasta ese museo en Dresden, a cuarenta y cinco minutos de su pueblito, es que el pequeño Kurt desea ser pintor. Él es el protagonista de la cinta, pero los primeros minutos que muestran la particular relación con su hermana, marcarán la cinta y la vida de Kurt.
A partir de allí, se van sucediendo una serie de hechos históricos conocidos por todos y que van sentando el marco para la vida de Kurt y los suyos. Sin embargo, a pesar de que vemos llegar la segunda guerra mundial, la instalación del régimen socialista en Alemania por parte de los rusos y luego la construcción del muro de Berlín, la película no trata sobre ninguno de ellos. Más bien son paisajes por los que la vida de Kurt transcurre, persiguiendo siempre un fin último: pintar. Eso es lo que lo lleva a estudiar pintura y a conocer a una estudiante de diseño de vestuario, llamada también Elisabeth, pero ante el dolor que le provoca ese nombre, decide llamarla Ellie.
Los jóvenes se enamoran e inician una relación clandestina, pero el padre de Ellie (interpretado por el talentoso Sebastian Koch), el Profesor Seeband, no aprueba la relación, debido a la diferencia de clases entre su hija y el aspirante a pintor a quién siempre se encarga de recordar ese abismo social entre ambos. Para mayor drama, ha querido el destino (es decir el guión de la película) que el Profesor cuente en su historial, no sólo un pasado Nazi y un presente como protegido del régimen soviético, sino también un papel determinante en el destino de la amada hermana mayor de Kurt, la primera Elisabeth.
Pero, por sobre el elemento Nazi, su historia, e incluso por encima del amor que le profesa a Ellie, están Kurt y su pintura. De niño vivió bajo un régimen que suprimía la libertad plástica; de adolescente, bajo la ideología rusa, tuvo que sacrificar sus impulsos en nombre del realismo socialista que era la norma de la época. Se hizo famoso porque tenía talento, pero los motivos de sus obras (obreros, el pueblo, la unión social) eran impuestos. Y luego, cuando escapa a la Alemania Occidental y consigue estudiar Arte allí, intenta encajar en las tendencias de lo que, en los años sesenta, era el arte moderno en Occidente. Pero nada de eso, era él. Ninguno de los estilos o de las cosas que había pintado hasta entonces iba acorde con su voz.
La cinta entonces trata de eso, del arte, de la búsqueda de identidad del artista y de cómo el artista no puede crear realmente arte hasta que es completamente libre. El resto de los elementos en la historia constituyen un excelente marco: el amor, la diferencia de clases, la sombra del pasado, la política y por supuesto, la historia de Alemania, tan explotada en los dramas, no sólo en el país germano. Escrita por el propio Director y fotografiada de forma excelsa por Caleb Deschanel, ambos nominados a los Oscars, Werk onhe Autor, con 7,5/10 puntos es una excelente película para los amantes del cine. Nótese que no dije "una excelente película internacional", sino "una excelente película", así en general, porque el Cine, el buen Cine, no conoce de etiquetas de origen y puede provenir y ser disfrutado en cualquier rincón del planeta.
Reseñado por @cristiancaicedo
Otros posts que pueden interesarte:
![]() ![]() ![]() |
---|