Concurso de cuentos #fotocuento: Único testigo.

"De lunes a viernes era un barco de trabajo"

Único testigo

Él no la mató. Soy el único que lo sabe. ¿Cómo han podido dejarse convencer de algo así? La amó más que nadie y más que a nada. Recuerdo los domingos en que salían a pasear por la bahía. De lunes a viernes era un barco de trabajo; todo eran redes, cañas, anzuelos, jaulas, gritos iban y venían desde la madrugada hasta media tarde cuando regresábamos a puerto. Pero los domingos, toda la tripulación descansaba y ella venía a pasar el día entero con él. Quizás era un ritual fijado para revivir la magia de aquella boda en la cubierta pocos meses atrás, o quizás era una manera de hacerla parte de ese mundo suyo en el mar. Después de todo, ella se quedaba en tierra durante toda la semana, mientras él salía a pescar. Pero cuando ella venía, fijaban unas cañas en la borda por mero formalismo, poco les importaba atrapar algo, y se dedicaban a leer, a bailar, a comer, beber y disfrutar de su mutua compañía. Algunas veces hacían todo esto sin siquiera abandonar el puerto.

Pero aquella noche habían bebido un poco de más. Por eso, acostados en el camarote, no notaron los pasos sobre la cubierta. Los hombres eran dos y venían armados. La pareja se dio cuenta cuando ya los tenían encima y su estado de semi inconsciencia les impidió defenderse. A él lo golpearon hasta que perdió el sentido. A ella le hicieron mucho más que eso. Cuando la policía llegó a la mañana siguiente, lo encontraron ebrio, derribado sobre el cadáver de su esposa con el cuchillo en la mano. No hubo ningún otro testigo y aunque yo hubiera hecho una declaración, tampoco me hubieran creído. ¡Si ni siquiera quisieron creerle a él, a pesar de sus lesiones!

Condenado, fue encarcelado durante treinta años. No creo que en la prisión pensase en vengarse o en denunciar la injusticia de su reclusión. Más bien creo que fueron años tristes. Si lo fueron para mí, peor debieron ser para él. Seguramente se sintió solo, abandonado, envejeciendo un día a la vez. Como yo. La libertad ya no debió tener para él ningún sentido ¿para qué ser libre si ella ya no estaba en este mundo? Pero estoy tranquilo, porque ahora que lo veo allí, sentado sobre la cubierta, con el cabello encanecido y los pies descalzos, veo en sus ojos la esperanza de un próximo reencuentro. Un reencuentro que no estaría completo sin mí. Por eso no lamento la grieta que ha abierto en mi herrumbroso casco. Y mientras el agua va entrando poco a poco en mi interior, me pregunto si podré acompañarlos en su nuevo viaje, o si sólo descenderé hasta el lecho marino para convertirme en un arrecife de coral.

Esta historia fue escrita por mí para participar en un desafiante y ameno ejercicio fotográfico literario, llamado #fotocuento patrocinado por @rahesi y cuyas reglas para participar puedes leer aquí. ¡Anímate y crea tu propia historia!

Relato escrito por @cristiancaicedo

Fotografía tomada de @rahesi


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