Esta es la historia de Ana, una chica que amaba de forma frenética a Jorge un asiduo visitante del gimnasio donde ella asistía todas las noches. Lugar donde lo conoció y donde perdidamente se enamoró de su persona. Ana siempre estaba pendiente de él. Lo perseguía constantemente, y el joven ni siquiera la miraba. Ella no significaba nada para este muchacho. Estaba muy desconsolada y triste ya que todas las noches entre las máquinas de ejercicios, y las pocas personas que visitaban el lugar pasaba sus días con gotas de sudor en su frente, que a veces se confundían con sus lagrimas.

Una noche estaba nuestra protagonista en un rincón de su cuarto. Lloraba desconsoladamente por ese amor no correspondido. Prende su laptop para ver las fotos de su amado y comienza a navegar por internet y encuentra un sitio de la web que habla de los Amarres mágicos. Este sitio le llamó mucho la atención porque describía la forma de amarrar a una persona con un sigilo mágico. Con el que podía tener a la persona ideal tal y como lo deseara. Un hechizo verdaderamente mágico. Una de las pautas del ritual era combinar varias letras para crear la imagen deseada y que sólo ella podría entender. Sería totalmente de ella. Y que este hechizo de amor dependía de la intención. Y su intención era lograr el amor de Jorge. Por otra parte aprendería a hacer una poción con la cual el caería a sus pies.

Quedó impactada con lo que había leído y se puso manos a la obra. Tomó su portátil y comenzó a practicar tratando de buscar la palabra ideal para lograr su objetivo. La palabra que se le ocurrió fue el nombre del chico “Jorge”, con la salvedad de omitir las letras vocales con las que ella solamente supiera qué decía “j r g “. Bueno ya tenía la palabra y ahora buscaría la poción mágica. Estuvo consultando muchas recetas las cuales contenían flores de circe, vinagres varios, mandrágora, por cierto altamente tóxica; tintura cantárida entre otros elementos. No sabía por cual receta decidirse hasta que encontró una que le llamó poderosamente la atención.

Esta poción consistía primero hacer la preparación en luna llena y colocar en un envase 2 tazas de agua, 1 pizca de romero, 1 cucharadita de té negro, 2 hojas de menta, 5 pétalos de rosas, 1 pizca de lavanda y 1/2 cucharada de miel. Dejar hervir y reducir a 1 taza. Se dejaría reposar por una hora y al beberlo se debería recitar este hechizo: Voy a ingerir este té en nombre de “Jorge” para que me ame y sienta mucho deseo hacia mí. Ella preparó el brebaje y con un papel enfrente donde había colocado las iniciales “j r g”. Recitó las palabras del hechizo y efectivamente lo realizó una noche en donde había luna llena. La luna invitaba al amor. Estaba bella y hermosa. Tan grande que parecía un plato de luz.

Pasaron los días, dos días, tres días y al quinto día ya estaba entrando en la desesperanza. Porque no veía en su amado cambio alguno en su proceder. Pero que sorpresa tan increíble al sexto día él la saludó. Le sonrió amablemente y le pregunto: Caramba no te había visto por aquí. Me encantan tus ojos. Y ella casi se desmaya de la emoción. Resulta que ella todo ese tiempo había tenido colocada la mascarilla para prevenir el Coronavirus y de lógica él no había visto su hermoso aspecto. Así que nuestra amiga comenzó una linda relación con el joven Jorge, la cual terminó en un tórrido romance y que al final ella no supo si fue la poción de amor o el destino que los había unido para siempre.

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