Absurdo Corazón [ENG/ESP]

Había aprendido que, si quería algo, tenía que salir y luchar por ello, sin importar como me sintiera. Y vaya que me sentía fatal aquel otoño; por supuesto, cuando estás mal el mundo sigue su curso, no se detiene para dejarte sufrir. Nadie parece darle el mismo valor que tiene tu pérdida, fracaso o desilusión, eres tú y nada más que tú sufriendo.

Amanda me había dejado sin importar cuanto la quería, sin importar cuanto tiempo teníamos en relación. Aquello nunca había sido un factor determinante, cuando alguien te quiere dejar pasa sin previo aviso, pero al mismo tiempo con mucha sorpresa porque no te imaginas que la persona con la cual has estado compartiendo tu vida, un día se marchará sin más.

Se había ido en la peor época del año para hacerlo, otoño gris, otoño muerte, pero sobre todo otoño renovación. Yo en un nuevo ascenso, yo celebrando y a la vez triste, todo a la vez, desdichado, sin ánimos. Ella se lo había llevado todo, pedo al mismo tiempo y a pesar de la pérdida, me sentía libre, como si de un gran peso me hubiera liberado. A pesar de las personas indiscretas que preguntaban por ella, a pesar de las cosas que no se había llevado consigo, a pesar de cuanto la extrañaba.

No sabía si estaba en shock, depresivo o simplemente no podía con la tristeza, solo era consciente de que estaba experimentando constantes cambios de ánimo. Todo comenzó cuando llegué aquella lúgubre noche de viernes al apartamento. Nadie está preparado para enfrentar las desdichas, lo supe mientras sucumbía de tristeza leyendo la carta que ella había escrito para mí.

"No es tu culpa, es solamente que esto de casarnos. No lo sé, simplemente ha sido demasiado para mí"... ¿Era demasiado casarnos después de 3 años juntos? ¿Le había presionado mucho acaso?, tantas interrogantes y pocas respuestas. Se había marchado, me había dejado, Amanda se fue, eso era todo lo que pensaba. Mi mente no lo procesaba, mi corazón no lo asimilaba. ¿A quién llamas cuando te han dejado?

Caminaba por la casa, ella en la cocina preparando una de aquellas recetas que parecían imposibles de hacer; ella preparándose para ir al trabajo, tomando café con sus piernas dobladas y su cárdigan favorito. Ella gritando, ella decorando, ella en el baño, ella amándome. ¿Me había amado?, ¿puede alguien que te quiere dejarte sin explicación alguna?

Ella lo había hecho. Y de repente un fuerte golpe me despertó del limbo, donde parecía estar inmerso. Un carro blanco; lo había abollado, era mi culpa. Rápidamente, salgó del coche y una chica rubia sale de su auto ilesa. Trato de calmar la tensión, yo estaba distraído.

—¿Estás bien?, ¿Te ha pasado algo? —pregunté angustiado

—Sí, estoy bien. Tenemos que llamar a los de tránsito para que hagan el parte, te he pillado y estabas distraído, es tu culpa.

—Sí, lo sé. No me estoy negando a llegar a un acuerdo. Estoy muy apurado, hoy me van a ascender en mi trabajo y necesito llegar rápido…

—Yo también llevaba prisa…

—Hagamos algo, mi nombre es Antoine Moreau y soy el asesor de ventas de Firestone, —digo en tono conciliatorio y entregándole una tarjeta de presentación—si quieres, te vienes conmigo y arreglamos el coche en el taller. Sin parte, sin tránsito, sin burocracia.

—No soy tonta, —espetó la rubia en tono amenazante—quieres que crea que eres un ejecutivo importante en Firestone, para aprovecharte de mí. Yo soy solo una chica con planes y tú los has arruinado.

Entonces supe, que aquella niñata estaba dispuesta a arruinar mi vida mucho más de lo que estaba en aquel momento. Cansado de tanta mierda, respondí con dureza.

—Bueno, está bien, llamemos a tránsito—dije aireado—todas vosotras sois unas dementes. La verdad es que tal vez me convierta en gay, después de ti y de mi ex. ¿Quieres pelear?, pues venga llama a la policía, a tránsito, al presidente si te place.

Ella me miró largo rato, entonces comenzó a reír con ganas. Al principio me molestó su risa, pero luego de unos segundos yo también me uní a ella más como una súplica, que por gusto.

—Está bien. No tienes que ser tan borde, te creo. Pues, venga, llevemos mi coche de inmediato que estoy apurada, debo llegar rápido a Excelsa.

—¿Cómo dices?

—¿Qué? —contestó la rubia.

—Que tengo que llegar a Excelsa. Disculpa es que no me he presentado, soy Charlotte Dubois, directora ejecutiva de Excelsa.
Antoine está que no se lo puede creer, un fuerte espasmo sacudió su cuerpo y su respiración comenzó a acelerarse. Sintiéndose estúpido, trata de fingir que nada pasa, incluso ante la mirada de preocupación de Charlotte.

—Disculpa, ¿estás bien?

—Sí, lo estoy, es solo que mi mujer, bueno, mi exmujer trabaja o trabajaba en esa revista.

—¿Quién?, que pequeño es el mundo.

—Se llama Amanda, era gerente de imagen corporativa…

—Lo sigue siendo. Aunque es extraño, ella nunca nos habló de ti. Me sorprende tomando en cuenta su estado…

—¿Estado?, ¿cuál estado? —pregunté ansioso.

—¿Cómo no lo sabes?, está embarazada.