Hay colores que invitan a la vida... que nos hacen recordar cuan grande es el Universo...

Quizás hay momentos que sentimos estar en la más mínima expresión de nuestra alma... son esos instantes en los que, mirando al cielo, recuerdo quien soy y por que estoy aquí...

No es fácil evitar sentirse tocado por la oscuridad, esa que siempre acecha las puertas del alma queriendo regalarte la tristeza...

¿Pero es que acaso es pecado sentirse triste?... ¿es condenable el hecho de deprimirse por cosas o situaciones?... realmente no, no lo es, todos estamos expuestos a dar un brinco al vacío o a cometer malas acciones, ese no es el punto...

La oscuridad acecha, y más en días como los actuales. La mezquindad de algunos aún se esparce por la Tierra queriendo devorar las almas débiles...

Es en esos instantes en que pienso que soy humana y que es normal que en momentos sienta cosas como estas... El cielo, desde mi terraza, con sus colores, me da un latigazo en el alma y me llama a recordar el valor de mis días...

Somos afortunados por muchas cosas y desde esas cosas debemos reflexionar y pararnos firmes ante esa debilidad, levantar la mirada al cielo y seguir el camino...

No es pecado sentirse mal, lo realmente malo está en quedarse en el hueco de la oscuridad y no resurgir al presente, ese que, en tardes como la de hoy, me regala sus colores de amor que me recuerdan que estoy aquí y ahora, amando la vida...