[ESP-ENG] SANTA AGONÍA

Oh, Santa Agonía, voy descalzo por tus cielos y gimo de dolor. Siento espinas en las plantas de mis pies, la luz se aleja y la oscuridad ya viene. Siento la sangre correr por mis tobillos, va cayendo a la tierra. Baña con su tenue escarlata a las flores que allí despiertan, un ojo me mira desde la distancia; un ojo envuelto en fuego.

Sé que no fui el mejor de los vasallos, pues merezco el purgatorio incendiario que me está tocando vivir. Mis pecados vuelven agitando mareas. Se desatan. Se desenvuelven. Hablan de una oscuridad que me tragará hacia el vacío eterno.

Las sombras son demonios que recogen con tridentes. Las luces son hadas que se empecinan en llorar. Alejo mis manos de cada una de esas figuras, ahora estoy pagando solo contigo; Santa Agonía.

Arrójame al abismo infernal, si es lo que deseas. Sigue vertiendo mi sangre para las flores marchitas, quiero que resuciten. Obedece al papiro antiguo del purgatorio, déjame sufrir por siempre. Ya no quedan vestigios del odio, ni retazos de la vida. La figura se ha disuelto ahora solo quedo yo.

Oh, Santa Agonía, voy descalzo sobre tus cielos pisando espinas. Sé que no son vástagos del perdón, aquí no existe su inocencia. ¡Mira cómo va cayendo mi sangre a la Tierra! Soy el pedazo de carne que sacia a un pueblo hambriento. Soy el agua que moja la garganta de un moribundo. Respiro otra vez, ya no me queda nada pues esto es lo que ha quedado.

Unas alas se baten en discordia contra otras. Las tinieblas no me dejan observar, colocan un velo sobre mis ojos para concentrarme en mi melancolía. Pero las escucho, sé que están ahí, y su sonido es inconfundible tal y como el tuyo cuando viniste a mí.

Mis manos se han calmado, ya dejaron de temblar. Solo quedaron pedazos de este cuerpo resignado. Las alas agitadas se escuchan cada vez más cerca. La niebla se disipa, poco a poco, se revela la batalla ante mí. Mientras voy caminando, diviso un rostro muy familiar. Aparto de soslayo mis ojos, pues lo reconocí de una vez; la fuente de mi pecado, la fuente de mi agonía.

Oh, Santa Agonía, después de tanto tiempo, eres cruel, ¿siempre lo supiste? Caigo en un letargo y sueño con la batalla. Sueño con el rostro luchando entre discordias. Sueño con el motivo del por qué llegué aquí.

Una oscuridad me atrapa cada vez que quiero regresar a mi cuerpo, pero la tortura no ha terminado pues por todos mis pecados yo debo pagar. El rostro que he vislumbrado, es mi condena, quien me ha traído a mi verdugo. Era el de mi esposa, a quien murió por mis manos. Era el de mi amada que por un error infundado, en nuestro lecho matrimonial la asesiné.