Receta milagrosa para hacer agua bendita

En un día lluvioso recolecta
tres tacitas de agua de tres diferentes territorios:
Una de un lago misterioso,
una de una fuente airosa
y una de un pocito, al lado de una acera.

Guardarás las tres tacitas de agua, juntas, en un frasco de vidrio, en un lugar oscuro, las sacarás al sereno en noches de luna llena y cuando sea el tiempo de mareas llévalas, con sigilo, a algún sitio donde vengan a conversar las hadas o sirenas.

Cuando llegue el tiempo de la primavera, lleva tu frasco de agua serenada a un campo, a cielo abierto, lleno de gladiolas y cayenas.
(Si no puedes llegar a ese espacio abierto también sirve colocarlo sobre el dibujo de un niño de seis años que sueña con que viaja a las estrellas.)

El siguiente paso es muy sencillo: recita con concentración estas palabras:

Agua, agua, agua de río, de lluvia, de lago, de luna y de mareas…
Agua, agua de secretos, de hadas, de estrellas, de sirenas.
Agua, agua de mil colores, para las flores.
¡Agua, agua, conviértete en rocío y recomienza!

Si has hecho esta receta al pie de la letra, el agua ya debe estar bendita.

Ahora deséchala, haciéndola correr entre tus dedos, será mejor un día en el que tengas mucha emoción guardada, o un nudo en la garganta, o un día en el que no quepas de alegría, para que una lágrima aparezca y se vaya con ella.

Si quieres puedes observar el rocío al día siguiente.

Verás que tu agua bendita aparecerá a tu lado y te acompañará por siempre.