Pueden leer las otras partes de este relato siguiendo estos enlaces:
Parte I
@gaboamc2393/el-naufragio-del-irasema-parte-i
Parte II
@gaboamc2393/el-naufragio-del-irasema-parte-ii
Sin más que agregar, la tercera parte...

Parte III
Lunático
La noche anterior la lluvia hizo estragos en el pueblo y la casa terminó inundada. Mi esposa hizo lo que pudo para arreglar el desastre, pero no pude quedarme de brazos cruzados mientras ella limpiaba todo aquello, tuve que ayudar. Cuando cada cosa estuvo otra vez en su lugar, me senté en mi escritorio a revisar documentos, pero me encontré con la desagradable sorpresa de que algunos estaban mojados. Esa mañana estaba demasiado molesto para tomar la pluma y escribirlos de nuevo, así que vestirme y salir de casa me pareció lo mejor.
Las plantaciones vecinas eran amplias y no había separación entre una y otra, así que pude caminar tranquilamente entre los sembradíos. Esto me sirvió de ayuda para despejar la mente y llegar con más tranquilidad al muelle, donde me reuniría con mi asistente y los oficiales. Por suerte para mi, ningún escrito relacionado con el naufragio del Irasema se había mojado, ya que los tenía guardados en otro lugar; sin embargo, mi informe sí se perdió, así que tendría que pedirle a algún escritor de las oficinas que tomase nota de mis palabras.
Tardé unas cuantas horas en llegar al muelle. Me habría demorado más, pero me encontré con un vendedor de pieles que aceptó llevarme; también me ofreció caña de azúcar, lo cual agradecí porque había desayunado muy temprano...
Una vez en el muelle, esperé por los oficiales, que aún discutían sobre asuntos relacionados con piratería. Durante esa espera, acudí a un trabajador para que escribiese el informe que presentaría, ya que mi fiel asistente no había llegado en ese entonces. Poco más tarde los oficiales me invitaron a entrar a su despacho para escuchar mi informe, el cual leí. Les comenté, entre otras cosas, que no encontré motivos para dudar de la existencia de la criatura, a pesar de que no creía que realmente fuese algo sobrenatural, sino una bestia marina que simplemente no conocíamos. Mi consejo, como investigador externo, fue el de realizar una búsqueda exhaustiva en el mar para dar con la criatura, para obtener una confirmación de su existencia por parte de varios testigos. En caso de confirmar su existencia, aconsejé darle caza con una embarcación lo suficientemente preparada para abatir a una criatura de tal descripción.
Al terminar de leer, los hombres frente a mí, sentados en sus escritorios de gruesa madera, con adornos de dientes de ballena, se miraron entre sí con evidente miedo y preocupación. El silencio se hizo presente en la habitación y aunque el oficial superior intentó decir unas palabras, solo balbuceó ante la mera idea de ir a cazar a la criatura.
No quise incomodarlos por más tiempo, así que doblé mi informe y lo entregué a los oficiales. Me preparé para retirarme de aquel despacho, pero mi asistente abrió la puerta sin aviso, sorprendiéndonos a todos con un anuncio.
—¡Encontraron otro sobreviviente del Irasema! —exclamó, con agitada respiración.
Volteé de inmediato hacia los oficiales. Aunque no dijeron palabra alguna, sus miradas fueron suficientes para darme a entender que debía ir a investigar. Entonces, sin tiempo que perder, tomé mis cosas y salí de aquellas oficinas con mi fiel acompañante. A quien le di unos minutos para que recuperase el aliento.
—¿Dónde está? —le pregunté.
—En prisión —me contestó.
Tardamos casi una hora en llegar, solo para encontrarnos con un grupo de oficiales que nos impidieron el acceso. Según ellos, el hombre era un prisionero que había escapado tiempo atrás sin dejar rastro. Lo encontraron flotando sin rumbo en un pequeño bote muy cerca de la costa. Por momentos me impidieron hablar con él, ya que no tenía un escrito formal para interrogarlo. Por esta razón, envié a mi asistente de vuelta a los registros del muelle para que redactasen una orden sellada por oficiales, para proceder con el interrogatorio. Esperé aproximadamente dos horas, casi hasta el medio día, para poder hablar con el hombre. Cuando mi asistente volvió con la autorización, fui a su encuentro y se la quité, entonces fui personalmente a entregárselo al carcelero.
La apariencia de los prisioneros no era del todo agraciada. Las celdas olían a letrina, a orine seco y otros olores que no alcancé a distinguir. Me Habría encantado interrogar a aquel hombre en otras circunstancias, pero había que hacer el trabajo, así que me dirigí a su celda en compañía de mi asistente. Debo confesar que nos sorprendió ver el estado en el que se encontraba; prácticamente no tenía carne, solo huesos cubiertos por una fina capa de piel oscurecida y agrietada por el sol; sus ojos eran amarillos, muy diferentes al blanco al que estaba acostumbrado; su barba estaba larga y su cabello también, parecía una oveja sin esquilar. Aunque estaba comiendo y bebiendo, tuvimos el atrevimiento de interrumpirle, con el respeto que merecía debido a su condición.
—¿Ustedes quiénes son? —preguntó.
Nos presentamos de manera amable y le hicimos un par de preguntas mientras seguía comiendo, sin ninguna muestra de respeto hacia nosotros. Sus respuestas fueron breves y precisas, pero me dejaron bastante satisfecho, pues me indicaban que, en efecto, había estado a bordo del Irasema. En todo momento mi asistente tomó notas de todo el interrogatorio, hasta que llegó el momento de hacer la pregunta que nos ayudaría a esclarecer el asunto...
—¿Usted vio a la criatura? —le pregunté.
Extrañado, el hombre volteó hacia mí sin saber qué responder. Con suspicacia volteé hacia mi asistente, que también se mostró sorprendido por el silencio del prisionero.
—¿Qué cosa? ¿Qué criatura? —preguntó el hombre.
—La criatura que hundió al Irasema —contesté—. Usted me acaba de confirmar que estuvo en el barco durante su hundimiento. Así que tuvo que haber visto a la criatura.
Aunque mis palabras fueron claras, el hombre no parecía entender el asunto, así que me tomé la molestia de leerle el testimonio del, hasta hora, único sobreviviente del naufragio. El hombre se burló a carcajadas tras escuchar. No entendí su extraño comportamiento y comencé a perder la paciencia, hasta que el prisionero simplemente dejó de reír y saltó hacia mí, sujetando mi chaqueta firmemente con sus manos, a través de los barrotes. Pude sentir su hedor entrando por mi nariz y aunque intenté zafarme, no pude, pues sus manos eran realmente fuertes. Finalmente, con ayuda de mi asistente, logré forcejear lo suficiente para soltarme, no sin antes escuchar las palabras de aquel prisionero: “Fue el hombre de la luna el que los asesinó a todos”.
Me mostré un poco confundido ante sus palabras, pero tras incorporarme, lo miré fijamente y le pregunté al respecto. Muy amablemente me contestó que él lo vio todo, pues lo habían atado a la parte alta del mástil, en una casilla donde normalmente estaba el vigía. Entonces pregunté por el hombre de la luna, pero el prisionero comenzó a reír sin control, dando vueltas en el suelo mientras decía “El lunático los mató a todos y explotó el barco”. Gritaba y repetía lo mismo una y otra y otra y otra vez, hasta que el carcelero nos hizo salir del calabozo...
Pensativos, mi asistente y yo discutimos el asunto durante un buen rato, hasta que mi asistente encontró algo que le llamó la atención.
—Mire, lea esto… —dijo, entregándome una de sus notas.
La frase señalada por mi asistente decía: “todas las noches iba a cubierta a admirar la luna hasta el amanecer”. Noté de inmediato que eran las notas del interrogatorio al joven escritor, el que había sido, hasta ahora, el único sobreviviente del Irasema. Entonces recordé que en muchas ocasiones comentó su amor por la luna, siendo que todas las noches salía a verla. De inmediato le grité al servidor que dirigiese la carreta a la dirección opuesta, a la plantación del escritor; sin embargo, no encontramos a nadie al llegar.
El tiempo pasó y no se supo más acerca de este joven. El prisionero murió, y aunque se procedió con la investigación y se buscó a la criatura en mar abierto, nunca más se vio algo semejante por estas aguas...
Cierto día, una mujer llegó a mi casa y me mostró unos registros del muelle, donde aparecía el nombre de nuestro escritor. Le agradecí por la información, pero le dije que no se lo comentase a nadie. Más tarde esa noche, estuve examinando el registro que trajo la joven, el cual era un registro con los tripulantes de un barco que partió a Europa. En efecto, ahí estaba el nombre del joven escritor, lo cual me dio una idea de hacia a dónde había escapado. También estuve revisando un par de cartas sobre informes de naufragio; curiosamente, el destino de aquel barco del registro coincidía con el lugar en el que ocurrieron dos naufragios en los que también hubo un único sobreviviente, de hecho, el mismo. No figuraba su nombre, pero este sujeto atribuyó el hundimiento de los barcos a una criatura a la que él se refirió como el Kraken…
Bien amigos, así termina este relato de tres partes. A continuación les dejo un paso a paso de cómo hice la imagen principal:










¿Qué les ha parecido la publicación? Si gustan dejar su opinión, son libres de hacerlo en los comentarios, yo estaré encantado de leerlos. Ha sido un placer compartir este relato con ustedes, sin más me despido...
¡Hasta la próxima!

Imagenes editadas con Photoshop
Photos edited with Photoshop
Últimos tres post/Last three posts:
Infinity Weekend
BISS June - Gabo Biest-Sandwich / BISS Junio - El Sándwich bestia de Gabo
My journey to 100 HP / Mi trayecto hacia los 100 HP