
Desde que llegue a Chile he recorrido espacios literarios, bibliotecas, librerías, vendedores ambulantes de libros de segunda mano, talleres literarios, lugares todos ellos que me han dejado una lista de autores y de títulos que quisiera leer. Algunos de ellos ya los tenía en mi mente como futuras lecturas pero ignoraba que fuesen chilenos, como Alejandro Zambra y Alejandra Costamagna. Hace años leí algunas novelas y cuentos de Skármeta y de Sepúlveda, pero más allá de agunos libros de los dos Premios Nobel, Neruda y Mistral, casi toda la sección de Literatura Chilena de mi biblioteca persoal se limitaba a los libros de Roberto Bolaño, uno de mis autores favoritos.
Y entre esos nombres de escritores chilenos conseguí el de Pablo Simonetti, de quien alguna vez tuve un libro en mis manos sin saber quién era o de dónde venía. Como en esos días iba a dictar una charla online a la cual fui invitado, decidí buscar alguna de sus obras para leerla. No tengo nada en contra del formato digital (ebook, pdf) pero tampoco a favor: prefiero el papel. Aunque no fue fácil, pude encontrar en una librería de segunda mano la edición aniversario de su primera novela Madre que estás en los cielos, algo muy oportuno porque, en la medida de lo posible me gusta leer las obras de los autores en forma cronológica. La novela, publicada en 2004, cuenta la historia de tres generaciones de una familia chilena de clase media durante gran parte del siglo XX, vistas a través de la mirada de Julia Bartolini - la madre del título - quien está justo en medio de la historia de sus padres y de sus hijos, hoy adultos. La razón por la que Julia decide escribir estas memorias y evocar la historia de su familia es porque padece un cáncer terminal y en la espera del momento final de su vida se pregunta ¿valió la pena mi vida? ¿fui feliz? ¿fuimos felices?
Simonetti apuesta por contar esta historia, en alto grado autobiográfica, desde la perspectiva de un personaje femenino (la madre) que hace de puente entre la generación anterior, inmigrantes italianos llegados a Chile y la más joven, sus cuatro hijos, profesionales en su mayoría, exitosos, todos ellos con algún tipo de cuenta pendiente. Julia quiso ser buena esposa y buena madre, buscó siempre lo que creyó que era mejor para sus hijos, cada uno con un carácter y una personalidad diferente y cree haber hecho un trabajo digno y acertado, pero ¿es así? Rememorar las distintas etapas de su vida y enumerar recuerdos que resultan claves para comprender su propia existencia y la de los suyos, es un trago agridulce para Julia porque hubo sonrisas y lágrimas, reclamos y entregas, ofrendas y sacrificio; en fin, todo un conglomerado de sentimientos que no siempre fueron los más agradables.
La muerte y la enfermedad, el deterioro del cuerpo y de la vida, del mundo, exilio, inmigración, son todos temas bien presentes en la trama que además cuenta con imágenes que se repiten de una existencia a otra, como la compañía en la hora de la muerte, la infidelidad, el sentimiento de ser un paria, el rencor hacia el padre y por supuesto, la muerte de la madre. Este último hecho, sacado de la vida del autor, da sentido al título del libro, pero también ese nombre tiene una connotación que no puede obviarse. Hace referencia a un rezo importante dentro del catolicismo y en la novela hay secretos, tabúes y dolor asociados a la intolerancia por parte de la norma dictada por la iglesia en la sociedad en gran parte de la historia. Como es sabido, la iglesia católica condenaba la homosexualidad y Simonetti, al igual que Andrés en la novela, es homosexual.
La madre evalúa su pasado para constatar que ha vivido y que la muerte puede venir por ella, dice “Quisiera entrar en la muerte sin miedo y sin culpa” porque “No deseo pasar por el final que me espera” . La mayoría de las personas temen a la muerte, a pesar de su inevitabilidad, en parte por sí mismos, pero también por su familia, por las personas que quedarán tras la propia ausencia. “Uno también muere para los demás” dice Julia Bartolini en alguna parte de la novela y tiene razón. Esta triste y sentida historia es narrada por Simonetti con una prosa limpia, elegante y sin mácula. Satisfactorio primer encuentro con este escritor chileno, de quien no descarto leer algo más en el futuro.
Reseñado por @cristiancaicedo
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