La mayoría de las personas se declaran impacientes y dicen que no les gusta esperar, que les fastidua, les aburre. Sin embargo, no todas las esperas son dejar pasar las horas en la fila de un consultorio, leyendo alguna revista; hay esperas que, aunque desesperen un poco, tienen un cariz distinto. Como la del poeta detrás de estos versos. Espera a su amada, tiene una cita, pero duda de que ella vaya a asistir. Otras veces le han dejado plantado y aunque tiene dudas, también mantiene la esperanza de que ella asistirá a la estación. Es una espera llena de ansiedad, de expectación, no pasiva. Lo imagino caminando de un lado a otro, sin sentarse, no puede estarse quieto y siente un revuelo dentro del pecho ante la posibilidad de ver de cerca aquellos ojos café. Es una espera llena de esperanza, de ilusión, de alegría . Alguna vez quise suprimir la última estrofa para dejar todo en el terreno de la incertidumbre, pero pensé que ya había hecho sufrir bastante al personaje y a los lectores. Espero que lo disfruten.