
En esta novela conocemos a Holmes a través de su compañero y postrer inseparable amigo el Dr. Watson, quien narra la historia. En su primer encuentro, Watson y un amigo común a ambos, encuentran a Holmes trabajando en un reactivo para manchas de sangre y este acierta al deducir que Watson estuvo en Afganistán, sin poder haberlo sabido con anterioridad. ¿Cómo lo hizo? así lo explica:
“El curso de mi razonamiento sería: He aquí un caballero con aspecto de médico, pero con aire castrense. Se trata, pues, de un médico militar. Acaba de llegar del trópico, porque tiene el rostro moreno y ese no es el tono natural de su piel, ya que sus muñecas son blancas. Ha padecido infortunios y enfermedades, como muestra claramente su rostro macilento. Le han herido en el brazo izquierdo. Lo mantiene rígido y en una postura poco natural. ¿En qué lugar del trópico ha podido pasar muchas calamidades y ser herido en el brazo un médico del ejército inglés? Obviamente en Afganistán” (pág. 35)
He ahí la línea de pensamiento de un hombre que, aunque es un maestro de la observación, no está graduado, no es un profesional en ninguna área y mucho menos un erudito en múltiples campos. En palabras de Watson: “Tan notable como lo que sabía era lo que ignoraba” (pág. 27). Siguiendo esa misma forma de pensar, Sherlock Holmes descubre al perpetrador de dos asesinatos que se presentan en la novela, empleando su razonamiento analítico, o hacia atrás, como él mismo lo llama:
“La mayoría de la gente, si usted le describe una serie de hechos, le dirá cuál va a ser el resultado. Son capaces de unir estos hechos en su mente y deducir de ellos lo que va a ocurrir. Hay, no obstante, pocas personas que, si usted les expone un resultado, son capaces de extraer de su propia conciencia los pasos que han conducido a él.” (pág. 180)
Sin revelar acá el crimen, los motivos, o la forma en que fueron resueltos para no restar sorpresa a los posibles lectores, quiero destacar además del genio del detective, el dilema moral que el autor plantea en la obra. El asesino al ser atrapado y acusado, no niega su crimen. Al contrario, lo confiesa y no muestra arrepentimiento: “Pueden tomarme por un asesino, pero yo sostengo que no soy sino un funcionario de la justicia, lo mismo que ustedes” (pág. 176)
Ante la imposibilidad de obtener pruebas para condenar a su enemigo, éste hombre decide tomar la justicia por sus propias manos, convirtiéndose en juez, jurado y verdugo. Sin embargo, como se ve, no es la acción correcta y es por ello que debe comparecer ante esa misma justicia en nombre de la cual arguye haber actuado. Es decir, consuma su venganza, pero no sale indemne de la situación, debe pagar por sus crímenes de la misma manera en que él les hizo pagar los suyos a sus víctimas.Volviendo al excéntrico detective, Sherlock Holmes muestra una declarada arrogancia y superioridad frente a otros detectives de ficción, a quienes conoce y con quien el Dr. Watson lo compara cuando acaban de concerse ("en mi opinión, Dupin no valía gran cosa" ; "Lecoq era un chapucero lamentable") y también frente a sí mismo, ya que cuando parece mostrar un rastro de humildad, inmediatamente resarce el posible "daño" a su imagen con una nueva presunción para equilibrar las cosas:
Aprecio muchísimo la obra de Edgar Allan Poe y le doy todo el mérito que merece por haber creado al primer detective de ficción y con él todo un nuevo género literario, la novela policíaca, pero debo reconocer que la fama superior de Holmes sobre Dupin se debe a que cuando este último es muy callado y parsimonioso, aquel es dinámico y locuaz; eso, aunado a su ciencia y su carisma, lo convierten en un personaje más entrañable que su precursor. En palabras del propio Sherlock Holmes, el secreto para resolver cualquier misterio es, además del razonamiento analítico, no precipitarse y esperar a obtener todos los datos necesarios:“Si la idea que yo me he forjado del caso es correcta (y tengo toda la razón para creer que lo es)...” (pág. 68)
“Es una equivocación garrafal el sentar teorías antes de disponer de todos los elementos de juicio, porque así es como éste se tuerce en un determinado sentido” (pág. 43)
Reseñado por @cristiancaicedo
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