En una publicación posterior mencioné el vuelo Cúcuta-Bogotá y un enlace internacional que realicé en el Aeropuerto Internacional "El Dorado" (El Dorado: mi paso por la capital colombiana), pero no dije hacia donde partí al abandonar el país cafetero. Bien, tras cinco horas de vuelo que fueron ocho y después de sobrevolar casi un continente en un viaje de más de seis mil kilómetros, aterricé en tierras australes, específicamente en la capital del país: Santiago de Chile.
Edificio de la Bolsa de Comercio
La confusión en la hora del vuelo se debe a que el avión despegó a las 14:00 hrs (hora de Bogotá) y tras cinco horas de vuelo, aterrizó en Santiago de Chile a las... 22:00 hrs (!); por la diferencia horaria y los controles migratorios, recogida de equipaje, etc., salí del Aeropuerto Arturo Merino Benítez a las 23:00 hrs sintiendo que me habían robado horas de mi vida (es broma).
Ya desde el avión me había impresionado la extensión de la capital chilena (si bien no iba sentado junto a la ventanilla, pude ver las luces de la ciudad), al igual que a bordo del taxi, pero no fue sino hasta la mañana siguiente (y los días sucesivos) en que pude apreciar mejor la inmensidad de la metrópoli.
Nací, crecí y viví toda mi vida en la misma ciudad en Venezuela. Una ciudad mediana, bonita, con aires de pueblo grande más que de ciudad propiamente dicha como lo pueden ser Caracas o la misma Bogotá; por ello, verme de pronto en una ciudad tan inmensa, me maravilló y cada cosa que para los locales resultaba normal o cotidiano, para mí, al descubrirlo, era de una majestuosidad sin precedentes.
La Moneda
La primera impresión que tuve de la ciudad y que he confirmado conforme la he ido recorriendo, es que Santiago de Chile es una capital de esencia latinoamericana, con influencia europea (sobre todo en su arquitectura) y brochazos de la American way of life (economía, tecnología, centros comerciales). Una de mis cosas favoritas de esta ciudad es que, como las grandes capitales, es una síntesis del mundo. Tiene el barrio Italia, la calle Nueva York con una apariencia estilo Wall Street, la calle París que se cruza con la calle Londres en una imposibilidad geográfica, las zonas en que están los restaurantes peruanos, o ahora los patios de comida venezolana, gastronomía japonesa, francesa, catalana, conciertos de rock y de música clásica, músicos callejeros que tocan el arpa, la guitarra, el saxofón, eventos culturales de distintas partes del mundo. Caminando por las calles de Santiago te puedes topar con personas hablando en inglés, mandarín, francés, japonés, portugués, creole, lenguaje de señas; es verdaderamente una ventana al mundo.
Una vista de la ciudad desde uno de sus jardines
Y a todo esto se le agregan decenas de parques, plazas, jardines, museos, teatros, instituciones culturales, memoriales, salas de cine, restaurantes, cafés, terrazas, clubes de jazz... muchos espacios para hacer de todo, realmente de todo. Por eso les voy a compartir, a partir de ahora, todas las cosas que he hecho y que he vivido durante estos meses (y los que vienen) y los lugares que he conocido. No sé cuánto tiempo viva en esta ciudad, pero planeo aprovechar la experiencia al máximo y compartirla con ustedes a través de este medio. ¡Nos vemos!
Todas las fotografías pertenecen a mi galería personal y fueron tomadas por mí con mi teléfono móvil