Kafka es un buen ejemplo de Literatura póstuma, gracias a que su amigo Max Brod no destruyó sus obras, tal como se lo había pedido el escritor. Sin embargo, no recuerdo, en la Literatura contemporánea, un caso de publicaciones póstumas más extenso y más sonado que la del escritor chileno, Roberto Bolaño.
Sepulcros de vaqueros es la novena publicación póstuma de Bolaño, ¡La novena! Su obra parece ser inagotable porque sigue dando historias que contar, aunque esas historias no sean del todo nuevas. En una de las tres historias contenidas en este libro, Bolaño escribe:
“es una novela que, como toda novela, por otra parte, no empieza en la novela, en el objeto libro que lo contiene, ¿lo entiende? Sus primeras páginas están en otro libro”.
Y esa es la sensación que impregna casi toda la obra de Roberto Bolaño, en la que todas sus novelas y cuentos parecen encajar como las piezas de un gran puzzle, de allí que en la presentación de la edición de Alfaguara, se diga que “Cada nuevo libro nos resulta, pues, muy familiar, con personajes o situaciones que ya conocíamos y que, por lo tanto, no fueron nunca abandonados u olvidados”.
Sepulcros de vaqueros contiene dos novelas cortas escritas en los años noventa y un relato escrito entre 2002 y 2003, el año en que falleció Bolaño. La primera de las novelas, Patria, cuenta la historia de un poeta (como siempre), hijo de un boxeador retirado. El protagonista relataba un poema en un living cuando ocurrió el golpe de estado en contra de Salvador Allende y decide huir a Bío Bío con Patricia Arancibia, su primer amor, “¡Tenía veinte años y era la primera vez que me enamoraba!”. La segunda, la que da nombre al volumen, nos presenta la historia de una familiar chilena que huye a México, rasgo evidentemente biográfico, y la relación del protagonista con su padre. El relato final, más corto que los previos, Comedia del horror en Francia, habla de un eclipse, de poesía y del Grupo Surrealista Clandestino que se reúne en las cloacas de París.
Uno de los eventos principales de este libro es el golpe de estado que ha aparecido en otros relatos del chileno y que acá ocupa una parte importante y extensa en las dos novelas cortas; Rigoberto Belano aparece como un posible alter ego inicial utilizado por Bolaño, antes de configurar el que sería el definitivo, conservando ese apellido; pero como anunciaba la presentación del libro y de este post, hay trazos y guiños de muchos libros del escritor.
Las cloacas del último relato evocan El policía de las ratas de El gaucho isufrible; la pesadilla que termina con la frase “Luego comenzaba la tormenta…” es casi el mismo final de Nocturno de Chile, novela alabada por la crítica; el apellido Amalfitano es central en 2666; aparecen también esbozos primarios de Ojo Silva con la India y las fotos de jóvenes eunucos; y del personaje de El gusano, relato contenido en Llamadas telefónicas. La génesis de Ramírez Hoffman, personaje introducido en La literatura nazi en América y ampliado en Estrella distante, aparece también en este libro, pero como siempre, la obra que más resuena en las páginas de Sepulcros de vaqueros es Los detectives salvajes. El taller de poesía, las hermanas Pons, el viaje a los 15 años de Chile a México, la escena en la que montan a Caballo, la navaja que dice “Caborca”, nombre de la revista en la que fue publicada Cesárea Tinajero, todos son elementos presentes en las páginas de una de las novelas más celebradas en la carrera del autor y en el panorama de las letras de los últimos cincuenta años.
El humor irónico y los juegos lúdicos de Bolaño también se aprecian en este libro que tiene frases como “Tienes razón, pero estás muy equivocada” y que, al igual que El espíritu de la ciencia-ficción, otra de sus obras póstumas, muestra la forma en que trabajaba la mente creadora del genio chileno (la edición contiene fotos de sus cuadernos y notas) que solía, más que reciclar ideas, re escribirlas, mejorarlas, trabajarlas a la luz de una nueva madurez. Aún en vida lo hizo, con Estrella distante y Amuleto, especies de spin-offs de trabajos anteriores porque Bolaño estaba constantemente desafiando la Literatura, experimentando, ampliando sus propias posibilidades. Dentro de un autor ineludible de la contemporaneidad, Sepulcros de vaqueros representa un buen abre bocas para quienes quieran saber qué y cómo escribía el mítico Roberto Bolaño.
Reseñado por @cristiancaicedo
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