
Como le dijo el Zorro al Principito: "Si me dices, por ejemplo, que vendrás a las 4, yo seré feliz desde las 3". Y es que, esperar al ser querido, puede convertirse en una dulce espera si se tiene la certeza de su llegada; es lo que ocurre en la mayoría de las parejas establecidas. Pero hay otros momentos, cuando la relación está en sus últimos días y un encuentro final es inminente, o sobre todo cuando se trata de una primera cita, en que la espera puede convertirse en una tortura. La ansiedad ante la incertidumbre, las expectativas, la presión de que todo salga bien, pueden invadir la mente de una persona y hacerla pasar de la esperanza a la desesperación, en un abrir y cerrar de ojos, tal como ocurre en este poema. Buscando recrear esa angustiosa espera, escribí estos versos hace casi quince años. Espero los disfruten.
“¿Vendrás?”
¿Vendrás, amor? ¿vendrás?
yo aquí te espero, en la estación
dijiste que vendrías, pero ¿lo harás?
¿o vas a romperme el corazón?
Sí, sí vendrá, espero
pues si no lo hace, temo decir
que si de la tristeza no me muero
será la soledad mi eterno sufrir.
Vendrá, lo sé, vendrá
cuando llegue voy a abrazarla
mis ojos, al verla, con amor le dirán
que valió la pena esperarla.
Pero ¿qué si ella no viene?
¿qué si la espera termina en dolor?
pues nada de raro tiene
que yo me equivoque con el amor.
¿Y qué si la espero y no llega jamás
y me quedo aquí sentado eternamente?
los días pasarán, el tiempo se irá
y soñaré que allí viene, viendo a la gente.
Pero no, eso no, sé que vendrá a mí
como lo dijo, unos días atrás
llegará y la estaré esperando aquí
¿verdad que sí, amor?… ¿vendrás? …
* * *
Se estarán preguntando qué pasó
no desesperen, lo voy a decir
ella no vendrá… pues ya llegó
por eso no había terminado de escribir.