Xaxa: la tragedia | Relato corto |

Xaxa: la tragedia

Recomiendo leer Desde la cima de la Garra del Dragón para tener un poco más de contexto

   

    De la boquilla del extraño contenedor metálico comenzó a brotar el líquido humeante. Saraxo lo sirvió en dos tazas, le dio una a ella y dejó la otra para él. Xaxa la sostuvo con desconfianza, estaba hecha de una especie de barro endurecido, y el contenido olía a hierbas y canela.

    —Está caliente —dijo.

    —Así es —respondió Saraxo, dando un sorbo.

    Ella lo emuló y se quemó la lengua. Estuvo a punto de derramar el caliente líquido sobre sí misma debido a la precipitada reacción. Aquello le sacó una carcajada a su hermano.

    —¿Qué es tan gracioso? —preguntó y, sin esperar respuesta, continuó: —Parece que estás muy adaptado a las costumbres humanas, hermanito.

    —Llevo años viviendo entre humanos, y elfos en menor medida, hermana —en efecto, la última vez que se habían visto las caras él era un pequeño renacuajo —. Le tomé gusto al té a la primera semana.

    —¿Té?

    —Lo que estamos tomando.

    —Oh... —pronunció, como un sonido vago más que como una palabra.

    Saraxo siguió con el parloteo cuando abrieron la puerta repentinamente. Tres humanos, dos machos y una hembra, entraron a la habitación. Los primeros en pasar fueron los dos hombres, que fácilmente entraban en los cuarenta años de edad; uno era de contextura fornida y el otro delgado, uno de cabello canoso que poco a poco abandonaba la cabeza y el otro de largo cabello negro por debajo de los hombros, uno lleno de cicatrices en la cara y los brazos y el otro con el cutis tan limpio como si acabara de bañarse ante el sol naciente, uno vestía de negro y el otro con ropajes beiges y dorados. Era como ver a dos antónimos andando uno al lado del otro, la única diferencia notable era que el más musculoso lucía una especie de corona, tan negra como su indumentaria «y como su alma» concluyó Xaxa al sentir la mirada penetrante de aquel sujeto.

    Detrás entró la mujer, claramente menor que los dos hombres, con un cabello marrón que rozaba la altura de sus caderas, grandes ojos castaños y atributos muy remarcados entre las finas telas del vestido púrpura, que también dejaba entrever sus pechos a través del pronunciado escote.

    Su hermano en seguida se levantó de la silla e hizo una reverencia. Haló a Xaxa por las costuras del vestido para que hiciera lo mismo.

    —Hermana —dijo —, es un honor para mí presentarte a sir Jabir Jarah, a lady Dalia Zein, de Oasis Zein, y al Rey Adel Zuhair, señor de Ryadkala y supremo gobernante de Bastán por derecho de conquista, él...

    —Ya basta, Saraxo —espetó el llamado Rey Adel Zuhair —. Odio los títulos, nunca me gustó ser lord, mucho menos me gusta ser "Rey", pero es lo que mi amigo aquí presente aconsejó —dijo, refiriéndose al otro hombre, al que dio dos palmadas en la espalda —, y hasta ahora sus consejos me han llevado a la victoria. Él debería ser el Rey, no yo.

    Por unos segundos todos guardaron silencio. Xaxa podía oler la incomodidad en el aire, y estaba segura de que Saraxo también; al fin y al cabo, por mucho que hubiese vivido entre humanos la mayor parte de su vida, era imposible deshacerse de las bendiciones y dones que el padre Slootirez regaló a su especie.

    —Mis disculpas —intervino la mujer que tenía el título de "lady", algo que los humanos usan para referirse a quienes ostentan tierras y, por ende, poder —, nuestro Rey es un viejo cascarrabias en proceso. Pero espero que no te decepcione, en el fondo sigue siendo uno de los mejores guerreros de todo Epimeteo —mientras hablaba, hacía un contraste perfecto entre su hermosa e inocente sonrisa y la frialdad y malicia de sus ojos.

    —No lo pongo en duda, milady —dijo al fin Xaxa, era hora de interactuar —. He escuchado con detalle, de boca de mi hermano, cómo el Rey derrotó en combate uno a uno al mejor guerrero en las filas del antiguo lord de Ryadkala y...

    —Nunca fue lord de Ryadkala —aseguró el Rey —, era solo un cobarde que jugaba a serlo. Un sádico que crucifico a niños y mujeres inocentes. Maldito sea un millón de veces y que sufra en los tres infiernos —apretó el puño en el aire, como si el ademán otorgara mayor poder a su maldición.

    —Sí, y por eso mi Rey le condenó al mismo destino que el de esas pobres almas. Los soldados dicen que aún escuchan los sollozos del 'lord cobarde' clavado en una de las cruces allá afuera —el comentario causó una sonrisa en el hombre.

    »Además, ustedes, bastianos, nos recibieron en sus tierras luego de la tragedia que azotó a las nuestras, siguen abriéndonos las puertas a los hijos de Slootirez sin hogar que hasta ahora no conocíamos nada más que las islas de Van Paladez. Tenemos un Rey fuerte, justo y bondandoso. Creo que, entre tanta tragedia, llegamos al mejor lugar posible.

    —Ciertamente la erupción del volcán Kindelirioz es una tragedia sin precedentes en el continente —dijo el caballero, Jarah —, tengo entendido que hasta ahora han llegado alrededor de doscientos paladicianos a las costas. ¿Cuántos nativos de Van Paladez conformaban población, previo a este fatídico desastre?

    —Cerca de cinco millares —la cifra salió de su voz entrecortada. Su pueblo había quedado al borde de la extinción en un abrir y cerrar de ojos y ella no pudo hacer nada para evitarlo —, y hasta ahora no sabemos de ningún dragón que haya conseguido escapar.

    El silencio sepulcral invadió el pequeño salón. «Miles de vidas pérdidas», lamentó para sus adentros, conteniendo la tristeza para no mostrarse débil y llorar.


Xaxa La tragedia.png
Imagen original de Pixabay | asundermeier

XXX

   

¡Gracias por leerme!

   

Este relato forma parte del capítulo II de Los Cuentos de Epimeteo. Te invito a leer mi presentación del capítulo I y el post en el que detallo cuáles son las especies dominantes en este mundo de fantasía.

Las historias aquí contadas se transcurren en el continente de Epimeteo, una tierra que recientemente experimentó una de sus más cruentas guerras, y parece estar en aras de otra:

Puede que ahora Epimeteo viva en paz. No obstante, quince años después, los horrores de la Rebelión de los Elfos, llamada también la Gran Guerra, siguen frescos en la memoria de quienes la pelearon de lado y lado. Por ello, existe mucho desprecio mutuo de la mayoría de los elfos para con la mayoría de los humanos y viceversa.

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El profeta de la hermandad
La habitación carmesí
Convicciones
Marea alta
Bajo escombros

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