Yo soy real, tú eres real, esto es real

    Abrió los ojos repentinamente, sintió que había estado durmiendo por días, sin embargo al ver el reloj notó que solo habían pasado algunas horas. La oscuridad cubría toda la habitación, a excepción de un rayo de luz colado por un agujero en la cortina que cubría la ventana, y unas estrellas y planetas fosforescentes pegadas en el techo. «Mi propio pedazo de universo» pensó, somnoliento.

    Volteó la mirada y ahí estaba a su lado, tan hermosa, tan pacífica, tan perfecta; dormida en posición fetal, a causa del frío, pues estaba descubierta hasta las pantorrillas. Él tomó la sábana y la cubrió, esto hizo que ella despertara también.

    —¿Qué haces levantado? —preguntó, a duras penas lograba mantener los ojos abiertos —. Aún es muy temprano —pronunció en un bostezo.

    —Perdona, no quería despertarte —algo había en la mezcla entre el frío de la habitación y el calor de los dos cuerpos tan cerca uno del otro que creaba un ambiente sobrecogedor —. Yo solo... soñaba. Por un momento soñé que nada de esto era real —aseguró, mientras acariciaba el rostro de su amor con la cara externa de la mano; se sentía real.

    —Bueno —dijo ella, haciendo una mueca, esa que le hacía mover sus labios de un lado al otro de una forma tan característica —, yo soy real, tú eres real, esto es real —confirmó, con los ojos ahora iluminados y una sonrisa de oreja a oreja.

    —Sí, lo es —respondió, sonriendo también.

    La abrazó fuertemente contra sí, estando tan cerca que sus respiraciones calientes se entrecortaban. Al poco tiempo cayó otra vez en un profundo sueño, feliz y en paz porque sabía que aquello era tan real como podía serlo la existencia misma y que tenía la seguridad de que, al despertar, la vería otra vez, cada día por toda la vida.

_{Foto de Pixabay | Cdd20}

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